El 12 de Αbril inaugura sus Lecturas Públicas en la Escuela Catedral al Norte, le otorgan el peor salón, el tema es «Sobre la historia de los Εstados-Unidos». Sobre su reforma religiosa. Debe suspenderla por los ataques que recibe. Desde el periódico La Tribuna hace sus descargos, reclama justicia. Escribe a Sarmiento y le envía el discurso.
Sarmiento envía a Mary Mann el discurso y ésta queda impactada por el mensaje y comprensión de Juana Manso por su país. Sarmiento también envía una carta de Desagravio al Director del Correo del Domingo para que la publique:
…Hay hoy sobre la tierra como trescientos millones de hombres con cierto grado de cultura; y el sentimiento de la dignidad humana dice por la boca de cada uno de esos trescientos millones, que no hay uno sólo entre ellos que en una reunión pacífica con fines inocentes, en presencia de señoras, una señora, avanzada de edad, haya sido insultada en el acto de pronunciar un discurso, sobre materia que ninguna pasión rencorosa puede excitar.
¡Bien! he aquí el juicio que de la lectura de ese discurso, hace otra mujer en los Estados Unidos, habituada como está á oir las elocuentes palabras de los primeros oradores del mundo cuales son algunos de su propio país, cuales eran Webster y Horacio Mann su esposo, y cuyas estatuas decoran el frontis del Consistorio de Boston, llamada la Atenas americana.
Dice asi: «He estado muy enferma desde que le escribí la última vez, que no hace mucho; pero me he arrastrado hasta mi escritorio para decirle que el discurso de Juana Manso es de hacer llorar á un norte-americano lágrimas de sangre… Es un milagro que una mujer creada en la América del Sud pueda escribir tales cosas. Es de hacer llorar á un norte-americano, porque cuando la teoría de nuestro gobierno es pintada con formas tan bellas, da pena ver que aquí entre nosotros mismos, entre nuestros prohombres, hay tantos que no tienen fe en el principio mismo, que cuando puesto en práctica, tantos prodigios obra en favor de la libertad humana y el progreso…
Sólo la justicia puede salvar a una nación, y la nuestra la obtendrá poco á poco, por esa misma difusión del saber que Vd. y mi esposo, y Juana Manso aprecian en su verdadero valor. ¡Qué asombrosa mujer es esta! y cuán cierto es que nada importa el país en que uno nace y las influencias que lo rodean…
El 11 de septiembre de 1866 realiza su primer viaje a Chivilcoy invitada para la inauguración del Ferrocarril, propone la fundación de una biblioteca pública.
En octubre regresa a Chivilcoy e inaugura la primera Biblioteca Pública de la Provincia de Buenos Aires, propone el nombre: «Domingo Faustino Sarmiento», lleva en donación el libro de Sarmiento Las Escuelas y 144 libros de su biblioteca, también entrega la traducción del Reglamento de Bibliotecas de Nueva York. Realiza una memorable conferencia pública para recaudar fondos para la Biblioteca e inaugura con un discurso la estatua de Duteil emplazada en el frente de la Escuela. En diciembre debía regresar, de acuerdo a lo pactado, pero debe suspender el viaje porque habían programado otra actividad.
Ofrece a la Sociedad de Beneficencia un ejemplar de los Anales de la Educación Común:
Dirigí un oficio a la Sociedad acompañado de un ejemplar de los Anales sabía que le iban a rechazar pero quería divertirme con las viejas. De allí a días lo devolvieron y que no se subscribían faltas de dinero. Les contesto con otra nota y les regalo 50 ejemplares mensuales para sus escuelas a nombre de Rivadavia que, extendió a la mujer los beneficios de la educación. Mi nota hizo el efecto de una bomba, casi les da un tabardillo de rabia, así es que devolvieron los 250 ejemplares eran cinco meses de los Anales! –Carta a Sarmiento, Mayo de 1866.
Continúa las lecturas públicas, ahora con los Viajes de Sarmiento en 1847.
Luego de su visita y participación en los exámenes de la Escuela del Carmen, escuela para negros y mulatos, es nombrada Socia Honoraria de la Sociedad Fraternal:
Al salir Vd. de la puerta del Colegio, la Comision creyó un deber de rigurosa justicia, manifestar á Vd. de algun modo, su eterna, gratitud por el importante servicio que acababa de prestarle.
Para este fin, creyó conveniente ofertar á V. el diploma de Sócia honoraria como un testimonio de nuestro agradecimiento, y al mismo tiempo, hacerle presente, que si algun dia ha tenido feliz en doce años de lucha constante, y en medio de todas las tempestades y borrascas políticas por que ha pasado nuestro pais, ha sido aquel en que ha visto en su seno y con tanta familiaridad, á una de las primeras notabilidades del pais. Su notable y democrático discurso nos ha revelado que tiene V. una alma y un corazon bien templado, para ponerlo siempre al servicio de la humanidad. Carta de José C. Gutierrez, Dic.1866.
Ella responde:
Nada mas he hecho que cumplir con el deber que me imponen mis convicciones, y si esa ternura derramada sobre corazones hondamente ulcerados por renitentes injusticias, ha causado á esa Sociedad el placer que me manifiesta su nota, crea V. que esa manifestacion sencilla y espontánea no me ha con movido menos. Acepto, pues, con suma gratitud el honor que Vds. quieren dispensarme, y espero que mi presencia en el seno de esa Sociedad, no será inútil ni á los propósitos de la Asociacion, ni á la revindicacion de los derechos, cuya garantia es una bien dirijida educacion.
En 1867 registra el periódico La Tribuna su viaje a Montevideo para inaugurar en el Salón de la Universidad una Lectura Comunitaria dedicada a la juventud.
La epidemia de cólera recrudece en Buenos Aires, las pérdidas son inmensas, denuncia el estado deplorable de la higiene y educación, las escasas o erradas medidas para paliar la tragedia, la incompetencia de la medicina, ella simpatiza con la medicina homeopática del Dr. Samuel Hahnemann:
Aquí en la ciudad, insolaciones, indigestiones, cualquier indisposición ha sido curada por cólera, dos terceras partes han muerto de los remedios: figúrese Ud. lo que habrá sido la peste en el campo, donde las madres han abandonado a sus hijos, y los hijos a las madres!… Ha sido preciso incendiar ranchos porque nadie quería enterrar los muertos: otros los han sacado a lazo arrojándolos a un pozo. Centenares de niños huérfanos y otros han perecido faltos de alimentos. Qué horrible es la barbarie! El flagelo ha servido para presentarla con toda su desnudez!…
El pánico ha sido tal que él también ha hecho centenares de víctimas. Chivilcoy fue invadido por el flagelo; de tres a cinco docenas diarias de muertos.
Perdimos a Villarino, el apoyo de la educación en Chivilcoy! Acaba de morir Pacheco que era un honrado vecino y propicio a las Escuelas. Qué desgraciado país! Cuántos sufrimientos! En medio a la estación de las frutas y legumbres el miedo los tiene a carne nada más, y qué carne! Como Tántalo, con los dones del Creador a las manos, y todo les parece veneno Ya no hay corazón para resistir las pérdidas; es una hecatombe sin fin! La debilidad del organismo por falta de la educación física, es incapaz de resistir el mal que en breves horas los lleva al sepulcro. No saben tampoco resistir al pánico, porque falta la fuerza moral, que solo da la educación moral. No saben definir lo que sienten porque nadie recuerda que las nociones de higiene y la fisiología son esenciales, no sólo a la preservación de la vida, sino a saber definir esos desacuerdos dinámicos del organismo que se llaman enfermedades; y nuestros médicos, sea dicho sin ofensa de su talento, parece que están a oscuras como la generalidad. Así es que toda enfermedad ha sido calificada de cólera y la prisa que se han dado en tomar antídotos o remedios contra coléricas ha ocasionado un sinnúmero de muertos. –Carta a Sarmiento. 1868.
Publica en el Inválido Argentino un artículo sobre medicina homeopática del Dr. Hanneman Las dos escuelas, también La educación de la muerte sobre la epidemia de cólera. Juana tiene una postura crítica sobre el modo que se practica la medicina y entiende que la educación y la prevención son fundamentales para la salud:
Todo hombre —dice— debe ser el médico de sí mismo, y sólo la ignorancia en que vivimos sumidos, ha podido hasta hoy hacer que miremos la vida con tal desprecio, que no nos acerquemos a examinar por nosotros mismos, esa vieja armazón llamada medicina, ciencia médica, arte de curar. Lo que se quiera. El acrecentamiento de la mortalidad nos impele de grado o por fuerza a aprender a preservarse.
A través de Sarmiento, inicia amistad epistolar con Mary Mann, comunicación que se extenderá hasta 1872. No teme sincerarse amargamente:
El mismo Dr. Thayre me ha favorecido regalándome el segundo tomo de las Lecturas y Reports de Mr. Mann, poniendo a mi disposición otros Reports muy interesantes. Esta clase de lecturas, me consolarán en el completo naufragio de mis ilusiones y de mis esperanzas, lo que no debo ocultar a V., puesto que en mi modo de ser y de pensar la sinceridad está arriba de toda otra concideración (sic), y este amor inalterable de la verdad y de la justicia, son los laureles de mi derrota, puesto que hay derrotas que son un triunfo. El Sr. Sarmiento creo que más bien trata de engañarse a sí mismo que no suponer cede a ilusiones cuando conoce tan bien el modo de ser de su país y mío. Yo he luchado con una osadía y un arrojo de que sólo mis numerosos artículos en los diarios podrían dar a V. una idea, y solo enmudeceré para combatir la injusticia, cuando deje de existir o la fuerza me lo vede. Nada he conseguido; ese movimiento de la prensa es un falso síntoma, es una apariencia del Jesuitismo para desnostarme (sic) a mí. Se ha hecho mucha bulla con la Ley de Escuelas, fui llamada por el gobno. de este Estado para trazar el proyecto, y cuando pedí tierras para constituir el Fondo permanente del Estado, no sólo me las han negado, sino que en una consulta de dos horas con el Ministro, pude apreciar que no hay intención seria de organizar la Educación como es debido. Quisieron que les hiciera un reglamento fofo que a nada conducía y decliné el honor que se me ofrecía, prefiriendo quedar con mis convicciones y mi sinceridad, antes que sacrificar mi conciencia. El estado del país, por otra parte, es horrible; es el desquicio universal, el desplome de la sociedad que falta de las bases de la moral y de la inteligencia cultivada, rueda en el vacío a precipitarse en el abismo. La guerra, como un vasto incendio, nos envuelve por todas partes, no hay «un hombre» que domine la situación, y yo no sé qué fin llevaremos todos. –Carta del 11 de agosto de 1867.
En diciembre de 1866 pronuncia una conferencia sobre educación en Quilmes: La escuela es el secreto de la prosperidad de los pueblos jóvenes –frase de Rivadavia. Propone la formación de una Sociedad de Escuelas y una Biblioteca Pública. La noticia se anuncia en la Sección de Correspondencia del primer número de la Revista Ambas Américas (1867) que dirige Sarmiento en Nueva York:
Mi lectura en Quilmes, aquí paso desapercibida, y me ha sorprendido muy agradablemente la aprobacion que V. le dispensa. Por supuesto, que todas las promesas que se me hicieron entonces quedaron en el estado de promesas. Como V. es uno de los grandes maestros en filosofia de la Historia, debe comprender que por mayor que sea la fuerza del motor en nuestra estática situacion, el obstáculo no cederá y solo tremendas y sangrientas revoluciones que devoren nuestra raza harán lugar á otra capa geognostica de hombres, capaces de trabajar en su perfeccion y desarrollo intelectual. Las oligarquías pasadas han dejado en pos de si una huella tan honda en los anales de la humanidad que es imposible rehusarse a su triste y salutar experiencia. Véo el naufragio de mi raza y no puedo cerrar los ojos para engañarme á mi misma; pueda mi perseverancia servir de algo, ya que en el pensar del poéta Juan Carlos Gomez. Inútil los dolores. / Jamas son de la mujer! Me tocó ser sola en mi época, así habrá convenido. La emancipacion moral e intelectual de la muger está muy lejana aun cuando existan en esta época mugeres que me escriban sobre este punto. –Carta a Sarmiento,1867.
El 29 de diciembre Avellaneda le envía un lote de libros que el Gobierno contribuye para la Biblioteca Popular de Chivilcoy. También colaboran con donaciones C. Mariño, Juan María Gutierrez, el presbítero Carlos Boeri y Dominga Ramayón, entre otros.
Escribe a Sarmiento por la muerte de Dominguito, él le responde y esboza la idea de escribir su biografía, publica en La Tribuna del 30 de enero de 1867 sus impresiones y párrafos de la carta a los Varela:
Tuve el coraje de escribirle, acaso la primera, temiendo por mi patria y por la humanidad entera, la impresión que pudiera recibir aquel corazon y aquel espíritu tan fuera de lo vulgar; veníaseme á la memoria la muerte de Goethe ocasionada por la de su hijo y he estado esperando con ansiedad la primer palabra del señor Sarmiento.
Ay! No valoramos este hombre, nosotros los Argentinos: sus obras que algún día traducirán todas las naciones del globo, revelara tarde á los venideros, el tesoro de conocimientos y de sabiduría que no supimos apreciar nosotros por mediocridades, incapaces de curar la llaga que nos devora.-La Tribuna, Nº3904
En Abril de 1867 regresa a Chivilcoy para recaudar fondos para la Biblioteca Popular. La primera conferencia sobre Escuelas Comunes logra darla, pero la segunda, la lectura de su drama Rosas, debe ser suspendida por los insultos y cascotazos que recibe de un grupo de vecinos, le tiran asafétida en la ropa:
He sabido despues que unos han dicho «Si queremos biblioteca no necesitamos que la Sra. Manso nos la dé. Otros han dicho: ¿por qué veinte ó treinta vecinos del pueblo hemos de costear biblioteca para diez ó doce mil vecinos que tiene este partido?» – escribe a Sarmiento.
En la reseña sobre las Bibliotecas Populares que envía a Sarmiento en 1867 se desahoga:
Mi amigo D. Juan Bautista Cuneo me escribió desde Brescia (en Italia) el año pasado felicitándome por mis lecturas, él sabe que es el medio mas directo de llegar al corazon y á la mente de las masas; no he tenido ánimo de contestarle! Qué voy á decirle? que me echan asafétida en la ropa? que me dán el salon peor de la Catedral al Norte y antes de comenzar una conferencia sobre la Reforma Religiosa en Europa, se me dá con aire misterioso una carta oficiosa, en que se me suplica el silencio sobre materias religiosas, anunciándome allí la aparicion de un sacerdote para coartarme la palabra y delatarme al Obispo por hereje? Es una heregía la historia?
Le diré que un populacho grosero soportando el frio venía á apiñarse á las ventanas para proferir obsenidades dirigidas á las damas que asistian á mis lecturas, porque se les hace un delito en las mugeres hasta que deseen ilustrarse, y peor que delito es ridiculo todavia en nuestro país que la muger haga uso de su inteligencia; voy á decirle esto tambien? Le diré que allí donde existe una Biblioteca fundada por mi ha terminado á ladrillazos contra las paredes del edificio, una lectura cuyo producto era destinado á esa misma Biblioteca? No fué el vecindario; pero el hecho ha quedado impune, porque la autoridad local no ha sabido que era un riguroso deber suyo descubrir los autores del atentado y castigarlos, no solo en nombre de la moral pública ultrajada torpemente, sino como desafrenta de aquel pueblo. Pero entre nosotros la autoridad no se entromete sino cuando es solicitada.
No he tenido ánimo de contestar al Sr. Cuneo porque no sé que decirle. Con cuanto placer haria este invierno una série de lecturas de su magnifico libro “Las Escuelas”, pero francamente sin ser medrosa, creo que hay temeridad en esponer el pellejo sin resultado inmediato ó lejano. Oyen, oyen, no hacen mas que oir, el interior no se les cambia un ápice!
Escribe Zucotti en un ensayo:
Entre las violencias de que es objeto Juana Manso, ninguna quizá tan agraviante como la carta que se publica el 29 de agosto de 1866, firmada por Enrique M. de Santa Olalla (maestro español que ha ejercido diferentes cargos en el Departamento de Escuelas) Como muestra, el primer párrafo de esta carta pública dará una idea del tono.
A la Sra. Juana Manso, ´Da. Juana
Hace algún tiempo que inspiran temores entre sus amigos las muestras visibles de desorganización cerebral que tan gravemente afectan sus facultades intelectuales, y parece que ha llegado el caso de poner algún remedio a tan triste dolencia. Créame, Da. Juanita, sería muy sensible para las personas que la estiman el ver un día en la Residencia á la «mas preciosa joya» de la Nación Argentina -Tome señora, tome por Dios algunos calmantes…’
Con poco éxito, la escritora será llamada a silencio de diversos modos: unos le recomiendan tomar calmantes, la amenazan con amarrarla o recluirla, ajustarle la horma de sus zapatos; otros, le hacen llegar anónimos a sus conferencias públicas prometiendo acusarla ante el obispo de hereje; el mismo Sarmiento le recomienda con tono didáctico aplicar el método que, entre los niños, emplean los maestros para ser escuchados: Baje Ud., pues, la voz en sus discursos y en sus escritos.
Lo notable es que, pese a las quejas ocasionales, Manso no acata nunca este mandato de silencio: inicia juicios por calumnias e injurias, responde a los escritos con escritos, publica cartas privadas —manteniendo incluso frases que, por expreso pedido, le solicitan que no difunda—, reclama el reconocimiento de la autoría de sus ideas, exige espacios y cargos oficiales.
El 2 de mayo publica un artículo en el periódico La Tribuna denunciando los ataques de Chivilcoy.
Entabla amistad con el doctor Foster Thayer y con Storrow Higginson, dos maestros del círculo de Mary Mann que no fueron bien acogidos en Buenos Aires:
El Dr Thayre, muy entendido en la materia, muy inteligente, ha encontrado colocacion en el Ejército como cirujano; como educacionista, bien sabe V. que es lo que sobran por aqui. Mr. Higginson, ha tomado a su cargo una escuela inglesa establecida en la Capilla Americana de la calle de Cangallo frente al Hotel de Provenza; es muy corta la escuela, permanecerá en una esfera estraña a nuestro progreso. Carta a Sarmiento sept.1867.
Apoya desde los Anales y la prensa la iniciativa del gobernador de Santa Fe, Nicasio Oroño, de expropiar el Convento de San Lorenzo para crear una escuela agraria.
En 1867 trabaja activamente en la campaña presidencial de Sarmiento. En 1866 en los Anales había profetizado:
… si los Αrgentinos no saben comprenderlo y elevarlo a la primera dignidad de la magistratιra como su génio y su patriotismo lo merecen, que Dios le dé resignación para conformarse con el atraso de la patria y la ingratitud de los hombres.
Y en una carta a Sarmiento fechada el 5 de febrero de 1868:
La primera vez que me atreví a insinuarle esta idea, me respondió Ud. hace dos años: Sólo en una cabeza como la suya puede entrar la idea de que un hombre que se ocupa de escuelas llegue a ser presidente.
Es su corresponsal mientras él permanece en Estados Unidos:
Algo muy original está pasando a este respecto: donde se lanza algún manifiesto proclamando su candidatura, recibo yo de los primeros un ejemplar o varios. De Chile escriben sus «rasgos biográficos», y me mandan un paquete por el correo, con algunas líneas manuscritas para que los haga circular. La comisión nombrada por el pueblo de San Juan, me dirige con varios ejemplares del manifiesto, la circular que se ha pasado a las «entidades políticas» con cargo de corresponder cada quince días con la comisión. Tucumán levanta el Club Sarmiento, y bajo sobreescrito se me envía el manifiesto honroso de ese pueblo. Ahí tiene Vd. pues, los pueblos de la República Argentina, provocando espontáneamente el advenimiento de los «derechos de la mujer» a la vida pública sin solicitarlo ella! -Carta a Sarmiento arriba citada.
Publica Los derechos de la humanidad en el periódico El Inválido Argentino. En el mismo periódico publica Recuerdo de Brasil, un sentido homenaje a su segunda Patria, con nostalgia recuerda:
Allí, en la montaña de San Antonio, duerme mi padre su último sueño… mi madre está hoy en la Recoleta; la tempestad del destino separó sus huesos en la tierra; Dios habrá reunido sus almas en el cielo! Volvía de la ventana al lecho donde dormían mis hijitas, besaba sus frentes y volvía a escribir.
Tal vez su madre haya regresado al país con su hermana Isabel, no hay datos precisos al respecto.
Desde el 29 de diciembre de 1867 publica como folletín, en el periódico El Inválido Argentino, la versión de Misterios del Plata, con el título Guerras Civiles del Río de la Plata. Primera Parte: Una mujer heroica, firmado con el seudónimo Violeta. El 11 de marzo de 1868 con el cierre del periódico la edición queda interrumpida. La novela aparece en formato libro en 1899 con su título original Los Misterios del Plata. Episodios históricos de la época de Rosas escritos en 1846.
Sarmiento es electo presidente de la República, en octubre de 1868, lo acompaña con su comitiva a Chivilcoy, donde es invitado antes de asumir y pronuncia su programa de gobierno: «Les prometo hacer cien Chivilcoy». La Tribuna, publica el martes 6 de octubre de 1868. la carta que Juana envía a Mary Mann relatando detalles del evento. Aquí los párrafos finales de la carta:
Casi toda la vuelta, el Sr. Sarmiento, vino recostado a una ventanilla del tren, y la posición de los asientos paralelos a los costados del carro, solo le permitían mantenerse de rodillas, para guardar esa posición. Silencioso, meditabundo, la mirada que V. le conoce, perdida en estos campos de ásperos cardales, parece que estuviese haciendo una vista retrospectiva de su vida entera, y que como el Cristo, se preparase por la oración del Huerto a subir al Calvario de donde bajó Rivadavia, no para descansar en la tumba, sino para sufrir la prolongada agonía de la expatriación!
Resistencias obstinadas lo esperan, ambiciones personales sin número lo rodean, pero no le faltan hondas simpatías, y amigos que le han de prestar el concurso de su brazo.
Al bajar del tren, hallamos las calles de la ciudad convertidas en ríos y la noticia que ha habido algunos ahogados. (…)
Nuestra última sorpresa del camino a la vuelta, fue todavía el Caballito.
Destacándose del fondo oscuro de la noche se divisaba la blanca sábana de sus paredes iluminarse el reflejo de una espléndida diadema de luces. El tren paró, pues recién regresaba el señor Negroto y al silvato de la locomotora en el silencio del campo, respondió desde el Seminario un hurrah! prolongado y repetido por cien bocas infantiles. Hurrah! al padre que regresaba al hogar, hurrah al amigo de los niños, que pasaba!
Oh! Si los tiranos, si los perversos, pudieran convencerse cuán dulce es ser amado por los humildes, por los niños y por los labradores ¡cuán de prisa se arrepentirían!
Las batallas de Sarmiento han sido las de la razón contra la ceguera, las de la civilización contra la barbarie, sus triunfos son los de la tribuna, su gloria, las escuelas, y toda su ambición hacer el bien y la felicidad de su patria! Dios lo proteja. A Dios, mi querida amiga.
Juana realiza una conferencia en el teatro de Otto Krausse para recaudar fondos para la Biblioteca de Chivilcoy. Lo publica luego en la Revista Argentina recientemente creada por José Manuel Estrada: Lectura Miscelánea para beneficio de los fondos de la Biblioteca de Chivilcoy, 1868.
El triunfo de Sarmiento como presidente, le permite llevar adelante una intensa labor educativa que deja plasmada en las páginas de los Anales de la Educación Común y que también le permiten mejorar su situación económica: realiza traducciones encargadas por el gobierno. Así aconseja al amigo:
Comprendo que los cuidados de su administración han de absorber su preferente atención pero no eche mi amigo al olvido que se gobierna con los hombres; que por consecuencia, los intereses individuales y las pasiones de cada hombre suelen pesar en la balanza de las resoluciones íntimas más que el deber y la abnegación; así como que, las pequeñas causas producen grandes efectos. Bueno es tender la vista y dilatar el alma por los horizontes del infinito, pero en el poder es donde más debemos recordar a los que sufren y los amigos desgraciados. Carta a Sarmiento Diciembre de 1868.
Publica en los Anales de la Educación Común, Vol. IV su traducción de las Lecturas sobre la educación por Horace Mann con comentarios.
En agosto de 1869 la nombran vocal del Departamento de Escuelas. Promueve la formación docente e inspecciona escuelas. Realiza lecturas y conferencias destinadas a la formación, profesionalización y asociación de las maestras. Estas no son bien vistas, recibe calumnias que terminan en un petitorio elevado por las maestras a la autoridad educativa pidiendo su suspensión, acusando entre otras cosas de inmorales las clases de gimnasia que buscaba introducir. En la Historia de las Conferencias Pedagógicas desde 1863 hasta 1870. Por un testigo ocular, que publica en los Anales, describirá con amarga ironía los ataques que tuvo que soportar.
Frente a los embates se refugia en la lectura:
Durante esta época de presentaciones de maestras en mi daño, de excomuniones municipales, de enjuiciamientos a manera de pugilato en la prensa, por Cantimplas de carácter independiente cuando el adversario es inerme; injurias en público y en privado, lloviendo sobre mis espaldas a manera de granizo, entendí que nada podía hacer más acertado que encerrarme en el recinto de mi hogar, dejando a mis gratuitos y poco galantes adversarios batallar contra los Molinos de viento, y entablar yo estrecha relación con el alma profunda y el genio fecundo, de aquel, cuyos restos inanimados duermen hoy el sueño sin mañana, bajo las bóvedas graníticas de Westminster. Compré las obras de Dickens, y comencé a leer con aquel candor de los primeros años de la vida, llena de fe en el médico del alma, al que confiaba la serenidad de mi espíritu y la guarda de la sensibilidad de mi corazón, que deseo baje a la tumba exento de la hiel amarga de las malas pasiones. –Artículo en Anales 1870.
El gobierno le encarga la traducción del libro Sobre la libertad civil y el propio gobierno de Francisco Lieber, se edita en la Imprenta Americana y el Curso graduado de instrucción en las escuelas públicas de Chicago para servir de modelo a las de la República Argentina, en su prólogo Á los maestros sugiere las adaptaciones necesarias a nuestra realidad, edición de los «Anales de la Educación», Imprenta Americana.
Traduce Las leyes de la Naturaleza. Discurso en la Asociación Nacional Nacional de Maestros en Cincinati, por el profesor Jhon Young de Indiana, el 12 de agosto de 1858, lo publica en Anales.
Frente a las críticas que recibe por sus traducciones le escribe a Sarmiento:
No olvido que estos libros serán acaso criticados con acrimonia, pero creo a la vez que el gobierno como, dueño de imponer sus condiciones habría hecho bien en poner a su decreto de traducción la cláusula de censura previa antes de abonar el trabajo. Esto era lícito aun cuando acusase poca confianza en la elección de los traductores, los que por su parte hubieran tenido toda la libertad de aceptar o no las contriciones de su nombramiento, mientras que con el proceder actual no sólo gravita sobre ellos una responsabilidad sino que para algunos es mortificante, y una humillación gratuita que acusa en los «literatos» de este país la última de las miserias humanas: no saber su propia lengua.-Sepbre.1869
Acompaña a Mary Gorman, la primera maestra norteamericana que llega al país y se rehusa a viajar a San Juan por cuestiones de seguridad.
La Sta. María E. Gorman, noble joven, llena de entusiasmo por la causa de la educación pública llegó a Buenos Aires a fines de 1869, recomendada por la Sra. viuda de Horacio Mann y por el Ministro Argentino en Estados Unidos. Ella venía como la primera misionera de este Evangelio de la República, la escuela, a ofrecer sus servicios al nuevo apostolado. Especialidad en los ramos Superiores de la Enseñanza, al llegar entre nosotros rehusó ofertas para escuelas particulares creyendo que aquí eran lo que en su país las escuelas públicas. La Sta. Gorman posee como todos los de su nación la pasión del bien público y aquel alto sentido humanitario que torna el pueblo Americano de los Estados el gran centro de la fundición de las tribus en una gran nación.-Artículo en los Anales, 1870.
Relata a Mary Mann su punto de vista sobre el tema de Gorman y logra que la nombren directora de la Escuela Primaria Nº12. Durante cinco meses no cobra su sueldo, por lo que debe renunciar:
Me dijeron que las razones que aducía para no pagar a la Sta. Gorman eran: 1° que no le pagaba por ser gringa; 2°, porque esa gringa son los ojos de D. Juana Manso, esa mujer que para oprobio del país está en el Consejo de lnstrucción Pública.
… Muchas veces hemos visto a la pobre Sta. Gorman, pálida y abatida a pesar de su resignación angelical, traicionando ese mudo pesar la tristeza de su corazón, al verse maltratada y desconocida, sin darse cuenta a si misma de este vergonzoso proceder de la corporación municipal de la Ciudad de Buenos Aires! -Anales, 1870, arriba citado.
Meses después llegan las hermanas Isabelle y Anne Dudley junto con Fanny Wood. Visitan a Juana Manso asiduamente y ella les da clases de castellano. Juana no considera oportuno que estas niñas viajen al interior, la situación política y social era alarmante, no podía enfrentarse a Sarmiento, pero hizo lo posible por cuidarlas y protegerlas, seguramente estas diferencias tuvieron consecuencias en la relación con el Presidente.
Su labor como vocal en el Departamento de Escuelas genera malestar, debe pagar el precio por ser mujer con pensamiento propio, sus críticas son enérgicas, es violentamente hostigada pero no calla.
Es Miembro Honorario de la Sociedad Círculo Literario que preside Alejo Avelleyra.
Publica artículos en defensa del Proyecto de Matrimonio Civil en El Inválido Argentino: Las teorías del Dr. Frías y el espíritu republicano y en la Revista Argentina.
Es Socia Corresponsal de la Sociedad Amigos de la Educación Popular de Montevideo.
En mayo de 1871, Avellaneda la nombra, miembro del Consejo de Instrucción Pública, siendo la primera mujer en ocupar un cargo público. Debe padecer las consecuencias por la crudeza de sus informes y la franqueza de sus críticas y denuncias, no soporta la hipocresía de las instituciones y la intromisión de la iglesia. En los Anales fundamenta su pensamiento y publica las sesiones del Consejo.
Su filiación a la masonería queda registrada: figura en la lista de protectores de la revista masónica El progreso, Revista filosófico-social contra las sociedades jesuíticas y vicentinas y propagandista de las doctrinas del racionalismo y de la francmasonería, publicada con la colaboración de las respetables é ilustrados escritores de América y Europa por Luis Ricardo Fors, en Buenos Aires, por la Imprenta del Porvenir, Bs.As. 1869.
Es Miembro Honorario de la Asociación Amigos de la Instrucción Popular de Mendoza.
Publica en los Anales el Reglamento de las Escuelas Infantiles de la Ciudad de Buenos Aires dado por el Consejo de Instrucción Pública para el año 1870 y el Programa para el Concurso de Oposición de Señoras a la Escuela de Ambos Sexos N°7 de Buenos Aires. Años de prédica dieron sus frutos.
Traduce y publica en Anales Lecciones sobre objetos para los maestros y los padres por N.A. Calkins.
En los primeros meses de 1871 el cólera azota Buenos Aires, describe los dramáticos acontecimientos en los Anales:
Hacen tres meses que la muerte reina soberana sobre esta poblacion, y un mes hace que la vida intelectual cesó con el curso de escuelas y colegios, cerrados y desiertos. La desolacion como una sombra glacial se desliza sobre la juventud; aquí la arroja temprano á la fosa comun; allí la deja huérfana y dolorida, arrebatándole parientes y amigos. En toda la provincia le ha cerrado la rutinera escuela, dejando los niños inertes, contemplar los estragos de la inexorable epidemia que nivela todos los rangos sociales!
Los millones que se han negado á la cultura intelectual del pueblo, se han gastado hoy en enterrarlo! El secreto de las epidemias escapa á la mente del pensador y en vano seria querer señalarlo con precision matemática, pero puede decirse sin exajeracion, que la ignorancia agrava el mal, asi como la inteligencia lo combate y minora. La ilustracion trae de suyo el conocimiento de la higiene y de la fisiología, de las leyes naturales y la manera, ya de obedecer esas leyes, ya de precaverse de los resultados de la infraccion.
En esta epidemia es donde mas en descubierto se ha presentado la ignorancia del pueblo y aun de las autoridades. Si fuésemos á pasar en revista todas las medidas llamadas higiénicas, no encontrariamos una sola que mereciese tal nombre; ni aun una larguísima constitucion de la Junta de Higiene dividida en innumerables artículos y dirigida al público. Al público que no sabe leer en su casi totalidad! Tiempo mal gastado señores Doctores, si ese público es capaz de deletrear, no lo es de raciocinar, ni menos de comprender lo que lee. No está educado, no sabe lo que le dicen, deslie los ungüentos y los hace beber; mientras frota con los vomitivos !
Puede decirse, que esta ciudad ha pagado el pecado de la ignorancia con su vida, y acaso con su porvenir, porque ha llegado el dia en que las cartas están jugadas; ó se pone esta ciudad en el estado higiénico de las grandes poblaciones ó decrece su importancia comercial, y otros centros le disputarán la supremacia de que gozó hasta aquí. –Anales 1871.
La nombran vicedirectora interina de la Escuela Graduada Nº1. Es considerada la primera escuela laica, ya que decide eliminar la enseñanza del libro Catecismo de Astete. Recibe severas críticas en los informes de los inspectores, no se amilana y los denuncia en los Anales.
Es corresponsal del periódico América Ilustrada, Redactor Juan Ignacio de Armas, Ed. J.C. Rodrigues & Co, New York, 1872. Escribe la Sección Correo del Plata, sus cartas giran entorno a diversos temas: la lucha por la independencia de Cuba, la libertad religiosa, la Exposición Nacional de Córdoba de 1871, las ferias en la Recoleta y temas de educación. Expresa libremente su visión política sobre el país y la unidad americana.
Es cofundadora de la Sociedad Pestalozzi, originalmente conocida con el nombre de Sociedad de Educación, cuyos miembros crean el periódico Educación moderna.
Nuevamente Zucotti:
Esta labor extensa y heterogénea tropieza con la mirada recelosa u hostil de diferentes sectores: las damas de la Sociedad de Beneficencia no le perdonan su defensa de las escuelas mixtas ni el control oficial que la maestra solicita para las escuelas de niñas; los adversarios de Sarmiento ridiculizan su fervorosa y altisonante defensa de la escuela pública; las maestras reaccionan en contra del perfil profesional que Manso quiere imprimir a la enseñanza o tachan de inmorales las clases de gimnasia que quiere incluir en el currículo; la Iglesia la ataca por sus artículos proselitistas en favor de un Estado laico.
Cada uno de estos enfrentamientos reserva anécdotas singulares. Las mujeres del siglo XIX, dirigidas en parte hacia una dulce reclusión en la esfera doméstica, reciben -—por lo menos en las clases altas— un tratamiento ceremonioso, galante y concesivo: en canje de la docilidad y la palabra recatada disfrutan de la primacía simbólica de ser damas, un privilegio del que sin duda no gozará Juana Manso. La emergencia de esta voz solitaria y singular en el espacio público del siglo XIX constituye por sí misma una historia.