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Mesa del editor, Juana Manso.1872

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El concurso de oposicion para obtener el puesto de director de una Escuela, extensivo hoy á las mujeres, lo conceptuamos uno de los adelantos reales en la educacion de la mujer, señalando el comienzo de una época menos azarosa que aquella que tantas veces hemos combatido como perniciosa á la educacion, cuando se obtenian las Escuelas por empeños, para cubrir las necesidades de una madre indigente, muy meritoria á veces, pero inhábil para desempeñar su cometido.

Hacer de las Escuelas, asilos de indigentes, en vez de talleres para fundir la estátua del porvenir, era un proceder no solo absurdo sino monstruoso.

Confiada la muger en su apellido, en los empeños, en las relaciones, el profesorado jamás podia llegar á ser una carrera, sino un recurso para aliviar la desgracia.

Sabiendo hoy que las escuelas requieren habilitaciones especiales, y que la época de los empeños caducó, la mujer se dignificará por una educacion mas esmerada que le promete otro porvenir,

Esta evolucion, no importa entretanto un cambio radical, equivale tan solo á reconocer que la Escuela no es un recurso para aliviar la indigencia, sinó una cátedra donde deben enseñarse metódicamente (á lo menos) los rudimentos que forman la base de la instruccion.

Este reconocimiento es algo, que cuando no reporte ventajas inmediatas á la educacion, deja ileso por lo menos un principio de eterna justicia, que prohibe sacrificar el porvenir de una sociedad entera á las necesidades transitorias de media docena de individuos, quedando así triunfante la conveniencia pública sobre la conveniencia privada.

Sin embargo, la Escuela es todavía considerada como un lugar donde los chiquillos van á aprender á leer, escribir, contar y la Doctrina, por Astete!

Es decir que hemos conseguido que se exija que las maestras sepan leer, escribir y contar, puesto que deben enseñarlo.

Fáltanos comprender lo delicado y lo difícil de la obra, el Gobierno de la Escuela, la formacion del carácter, los mil requisitos que forman del institutor, un verdadero apóstol de la humanidad, un segundo artífice del corazon humano, un artista cuya delicada mision es pulimentar la estátua humanidad.

A medida que esas ideas de los conocimientos que el maestro debe poseer, vayan arraigándose en la conciencia pública, la dignidad del profesorado irá ensanchándose hasta hacer del maestro un hombre profesional. El aprecio ó el desden con que la sociedad mira los individuos tiene por orígen la importancia científica de estos.

El abogado que defiende nuestros intereses, está considerado como un sábio porque ha estudiado las leyes que nos protegen, ó cuya condenacion queremos evitar.

En nuestras enfermedades, el médico es un Semi Dios; su salario nunca es caro, nuestra gratitud no reconoce límites. – El médico es un archi-sábio, de cuyas manos recibimos el mas precioso de los dones del Altísimo, la salud!

El sastre que nos corta la ropa, la modista que confecciona la gorra; el zapatero que hace nuestros zapatos, todos gozan de cierta consideracion profesional, en la escala que utilizamos sus servicios; solo aquel, ó aquella a quién entregamos lo mas caro que tenemos sobre la tierra, nuestros hijos, solo esos, son mirados como simples azalariados, cuyo deber es soportar humildes las impertinencias de nuestros niños, porque no curamos que sean enseñados, sinó soportados en cuanto alcancen las fuerzas de la paciencia humana.

Pero ¿cómo ha de hacerse profesional el Maestro que jamás ha tomado en sus manos un libro que trate de la profesion que ejerce?

Cuando no lee un solo periódico relativo á la Educacion.

En esta Provincia, donde los Anales cuentan cerca de siete años de su 2a Série, está prohibida su lectura en las Escuelas tanto Municipales como de la Sociedad de Beneficencia, por la sola razon de no existir una ley de instruccion pública encontrándose esta dominada por las simpatías ó antipatías individuales de los que tienen á su cargo las Escuelas.

De modo que no llega hasta los Maestros ninguna influencia benéfica que los sacuda del sopor causado por el aislamiento en que viven.

Y con todo, debemos felicitarnos que el concurso al preceptorado se haya hecho extensivo á las mujeres; aun al paso del Buey se vá adelante.

Juana Manso

ANALES DE LA EDUCACIÓN COMÚN- VOLÚMEN X.— ENERO DE 1872. —NÚM. 6. Ortografía original

 

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