Diario de Providencia.
Hemos tenido el placer de recibir del caballero Sarmiento, Ministro de la República Argentina miembro de nuestra Sociedad de Historia, su último libro sobre escuelas públicas, escrito con vigor y solicitud, calidades que ya hemos mencionado en otra ocasión como características a su pluma; abrigamos la esperanza que ese valioso libro reciba extensa circulación en los países de la América española, los que especialmente se dirige a beneficiar. El autor en un análisis magistral, trazo los efectos de nuestra instrucción pública; nuestros progresos, y demuestra la necesidad que tiene su país de adoptar este sistema de educación para hacer efectivas y radicar sus instituciones. La obra contiene la vida de Horacio Mann; una descripción de varios Institutos Americanos de Instrucción; los beneficios indirectos de la educación, y sus efectos sobre la policía civil del país; una descripción de la escuela Sarmiento; erigida por los esfuerzos del autor en la provincia de San Juan en la República Argentina, cuando era el gobernador de aquel Estado; y su hermoso discurso ante nuestra Sociedad de Historia de Rhode Island, en el pasado Octubre.
Nos agradan los esfuerzos que hacen los estadistas de Sud América, para dar dirección a la educación.
Es la única cosa que les daría la estabilidad de gobierno de que tanto carecen. Libros como este son los que están destinados a romper la continuidad de las ideas Españolas que extravían la América del Sud, substraen su suelo de recibir los rayos vivificantes del progreso del siglo diez y nueve. Nos sentimos demasiado ligados a la causa de los Estados de la América del Sud, para no ver con placer los esfuerzos hechos en la miga del desarrollo mental de aquellos países; y por esta razón, esperamos que la obra que hoy tenemos a la vista, será leída y debidamente apreciada allá. Estos esfuerzos educacionistas, siendo mutuos como mutua es la causa proporcionan el cambio de ideas y estrechan los vínculos que nos impelen a conocernos mejor unos a los otros, y en la gran causa de la libertad consecuentemente del progreso humano, a trabajar en más unión. Tenemos una grande obra que elaborar en este mundo septentrional; pero debemos también acometer la empresa de derramar la luz de la educación en toda la superficie de la tierra, para que la superstición y el despotismo, huyan a refugiarse en la ignorancia del pasado, y no en las brillantes auroras del porvenir.
Anales de la Educación Común, Vol. IV, Buenos Aires, Agosto 31 de 1866, Núm. 38.