He ahí el templo secular, cuyas puertas de bronce estuvieron siempre cerradas a la mejor porción de la inteligencia humana. Aquí era el recinto misterioso de donde nos excluía un egoísmo estólido, irracional. Entremos pues aquí sin recelo, porque el primer deber, del hombre en el sentido humanitario de esta voz, es el cuidado de desenvolver y perfeccionar las facultades que recibió del altísimo.
Filosofía, diosa gigante y misteriosa, ¿quién eres tu? ¿qué significas? La palabra filosofía se compone de dos voces griegas: filo-amor-sofia-ciencia.
Vulgarmente a una persona resignada, descuidada, etc., se lo llama filósofo; es este un disparate sin origen, que no tiene ni aun una aplicación remota de lo que quiere explicar.
El objeto primitivo de esta ciencia ha sido la indagación de los principios, la explicación de los fenómenos de la creación, porque eran los que más naturalmente herían de admiración la mente humana. Era pues la filosofía en su origen, lo que hoy es la cosmografía, y la geografía.
Con todo, ese primer paso de la inteligencia humana, en el mundo arcano de la ciencia, no podía ser infructífero.
La razón se concentró en sí misma, y después de Sócrates, la filosofía se dedicó al estudio de las facultades morales e intelectuales de que se compone al alma humana. Paso a paso, de siglo a siglo, ella, ha salido del caos, y al lento e ímprobo trabajo de mil generaciones, debe esa luz inmortal con que su mano colosal ilumina las tinieblas, a cuyo resplandor marchan seguras las generaciones de la época.
Dando el conocimiento del alma humana, nos aproximan el conocimiento de Dios y de la naturaleza, y es éste el eje sobre que gira el pensamiento del hombre, sirviendo de fin y de instrumento a la filosofía.
Ciencia de teoría y de práctica, es ella quien nos da la conciencia de nuestras facultades, y de las fuerzas de que somos depositarios, enseñándonos el empleo de cada una de esas facultades, en el organismo inmaterial e impalpable del alma, esclareciendo, ennobleciendo la razón que sirve de freno a las pasiones, que nos da el empleo útil de la fuerza de que disponemos, que nos da una idea exacta de las libertades de que nos es dado gozar, y que limita esas mismas libertades, por el conocimiento aun más exacto de nuestros deberes, para con Dios, para con nuestros semejantes, y para con nosotros mismos. (Continuará.)
ÁLBUM DE SEÑORITAS. Redactora y propietaria Juana Paula de Norhona. TOMO I. BUENOS-AIRES, ENERO 1 DE 1854. NUM.1. PERIÓDICO DE LITERATURA, MODAS, BELLAS ARTES Y TEATROS.