El 26 de abril de 1875 se produce un encuentro efímero, quizá significativo. Dos nombres se cruzan en el Cementerio de disidentes: Juana Manuela Gorriti acude al entierro de Juana Manso. Casi dos días ha permanecido el cadáver insepulto. Se le niega un lugar en los cementerios de Chacarita y Recoleta. Como último gesto, la Manso, Doña Juanita, Juana la loca se ha negado a recibir los últimos sacramentos de manos de un sacerdote católico. Convertida hacía ya varios años al anglicanismo, rechaza la advertencia que le hace horas antes de morir una comitiva enviada para “convertirla”.
Recién en 1915, cuando la escuela pública se imponga como el instrumento adecuado para nacionallzar a las masas inmigrantes, los restos de Juana Manso son trasladados al panteón de maestras de la Chacarita. Desde entonces, su nombre bautizará algunas escuelas y aparecerá episódicamente registrado en las historias de la educación argentina.
Juana Manuela roza casi el fin de siglo. Muere en 1892. Inmediatamente, el gobierno dicta un decreto por el cual se hace cargo del funeral de Gorriti con una suma de 2000 pesos (por entonces, la escritora percibía 200 pesos mensuales de pensión). La muerte se convierte en un importante acontecimiento social. No falta nadie. Más de una veintena de artículos dan testimonio de su agonía y de su entierro. Y otras tantas biografías aparecen en los meses subsiguientes para recordar su vida. Con ella, quizá, muere una de las últimas testigos de las guerras de la independencia.
Dos vidas. Gorriti y Manso se habían casado jóvenes. La primera con un general que llega a ser presidente de Bolivia, la segunda con un violinista portugués. Ambas se separan de sus maridos. Gorriti abandona a Belzú, Noronha abandona a Manso en el Brasil. Gorriti tiene dos hijas y algunos hijos naturales, Manso tiene dos hijas. Sin embargo en estas biografías no se encontrarán las claves del apoteótico entierro de Gorriti o del definitivo rechazo a Manso. Habrá que buscarlas en sus escritos, en sus estrategias de vida, en las formas que eligen para ubicarse en el siglo en que les toca vivir.
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Mujeres y cultura en la Argentina del siglo XIX. Ed. Lea Fletcher. Buenos Aires. Feminaria.