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Escuela de artes y oficios, Juana Manso, Anales, 1867

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Todos conocemos á Palermo; esa bella posesion caia en ruinas; un hombre de enerjía y de voluntad, se creyó fuerte para poner el hombro al trabajo, y de los escombros de Palermo, hizo materiales para levantar una escuela de Artes y Oficios. La sociedad elegante de la culta Buenos Aires, no se dignó tomar en cuenta la humilde escuela que deslustraba el apodo de OFICIOS. Fi donc!

Como siempre que se trata de algo sério y útil á la juventud, el gobierno de la Provincia desdeñó su apoyo á la Escuela de Artes y 0FICIOS: valiente ocurrencia! Cómo si se ganase algo en educar esos andrajosos, cuyo voto se comprará por veinte pesos, y una chiquita de caña mas tarde!

La Municipalidad estaba pobre tambien; y cuándo no es páscua para esas cosas! Breve, el empresario se halló solo, y contrajo deudas! Él habia realizado maravillas con la sola fuerza de su voluntad; pero era un placer, recorrer aquel vasto edificio restaurado y dignificado al ministerio de convertir el niño inculto y abandonado, en miembro útil de la sociedad. –

El gusto, el órden, la simetria, habian presidido á la resurreccion de Palermo.

Hace meses que una dama amiga mia, vino á pedirme que la acompañase á Palermo; tenia un hijo y queria educarlo allí en los estudios superiores.

El aspecto me pareció frio: entramos.

No podia creer á mis ojos: Palermo se habia convertido en ruina otra vez.

Súcio, roto, desgraciado, como mendigo que se sienta al sol á componer sus harapos.

El risueño y blanco comedor no tenia ya color. Las letrinas apestando á la entrada del comedor. Las salas de estudio, mugrientas, hediondas; los dormitorios mas repugnantes que salas de hospital! Oh! Qué cuadro!

Como me venia á la mente por el contraste el aseado y risueño aspecto de la Casa de Refugio de Pensilvania, y los Institutos de Ciegos y de Sordos-Mudos visitados hace veinte años y hoy elevados á la mas alta categoria del confort y de la instruccion allá, mientras aquí tres años habian bastado para destruir el edificio y el propósito que lo levantó de los escombros!

La víctima, es el hombre que en su conciencia creyó dotar al país de una instruccion útil y se lanzó á esbozarla para que la vista hiciese fé! Esperanza vana del hombre infeliz que lanzó tan tremenda responsabilidad pecuniaria sobre sus hombros! Palermo cae, por la sola incuria de las autoridades de esta provinciy del municipio de Belgrano; porque un gobierno previdente habría abonado lo que costó reedificar el edificio, y habria con las propias dependencias de Palermo robustecido ese utilisimo establecimiento, teniendo el concurso de la Municipalidad y de los vecinos. Pero la Escuela de Artes y 0icicios no ha hecho mas que seguir los pasos de las escuelas parroquiales.

Contábame un ex-alumno del Colejio Nacional del Uruguay, que en 1861 tuvieron una época de tomar el café con leche en los platos soperos, y eso llenos de la grasa del caldo: cada niño entonces se metia el plato bajo el paltó y lo arrojaba en las letrinas para obligar á que se comprasen tazas.

Y asi va todo cuanto á la instruccion del pueblo respecta.

Palermo puede ser lo que es hoy una Escuela de Artes y Oficios de que el pais carece: y puede ser una casa de Refujio para huérfanos y desvalidos; y puede ser una Escuela Militar, ó una Quinta Normal: tiene todas las proporciones de prestar servicios eminentes; pero está condenada por esta incuria invencible á caer en ruinas de nuevo aplastando la existencia del hombre que intentó interponer su generosa accion para hacer un beneficio á esta comunidad ingrata.

Qué responderán un dia delante de Dios, los que rechazan toda idea útil y cierran todas las puertas de redencion moral é intelectual á ese enjambre harapiento de seres humanos, marchitados por el vicio al pisar los umbrales de la vida!

Qué responderán delante de Dios, del desperdicio del talento, de la voluntad, y de la abnegacion de los que intentan algo noble y útil ?

Aquí en el mundo les espera la pena de Talion; porque está escrito que aquel que deja brotar y crecer la zizaña, perderá la sementera, y la zizaña humana es la ignorancia creciendo para el vicio: ella ahogará la República.

Juana Manso. Anales de la Educación Común Núm. V. 1867. Ortografía original.

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