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El largo viaje de un ejemplar perdido de Boston a Argentina: “Mavrogenia ó la heroína de Grecia”, traducción de Juana Manso (1836). De Karina Belletti y Barry Velleman

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Los Mansistas son una comunidad internacional que no tiene museo, asociación ni personería jurídica. Sin embargo, se compone de idealistas que sueñan con ella y se empeñan en ir tras las huellas del tiempo y el lugar.

La historia del hallazgo de la traducción de “Mavrogenia” en la Biblioteca Pública de Boston es en sí misma un cuento que merece ser cincelado. No estamos seguros si vino desde algún lugar de la lógica onírica pero si fuera un mensaje encriptado desde el Edén de jardines de infantes y flores, sin duda hablaría de emancipación casi dos siglos después.

La joven Juana, a la que sospechamos exiliada en Montevideo en su adolescencia, tradujo del francés la obra de J. Ginouvier “Mavrogenie : Ou, L’Heroine de la Grece: Nouvelle Historique Et Contemporaine, Suivie D’Une Lettre de L’Heroine Aux Dames Parisiennes” de 1825. En una carta a su amigo Sarmiento de 1868, Juana nos adelantaba las pistas que necesitábamos, aunque a veces se equivocaba con la cronología. Según le contaba a Don Domingo, su papá, el gran mecenas de la libre pensadora, imprimió a su costa la traducción de la novela de la heroína de la independencia griega en 1833 “Mavrogenia o la Heroína de la Grecia”.

¿Por qué una joven argentina escribiría sobre una mujer rica que dejó toda su fortuna para luchar por la independencia del pueblo griego en defensa a la invasión otomana? ¿Cuál era el mensaje? Emancipar a otras y de paso, señalar a la Sociedad de Beneficencia porteña que la formación de la mujer patriótica requería darle alas y una participación activa. Esta obsesión de Juana está presente en los futuros pasos de la dramaturga. En la obra de teatro “Revolución de Mayo de 1810” de 1862, Lola, uno de los personajes femeninos de la obra, se preguntaba si “no sería difícil formar un regimiento de muchachas y yo entre ellas”.

Grecia honra hoy a su heroína Manto Mavrogenious (1796-1848) con monumentos y ha decidido que el aeropuerto de la isla de Miconos lleve su nombre en conmemoración de los 200 años de la batalla que lideró en octubre de 1822. Sospechamos que Juana está haciendo las cuentas y nos manda mensajes desde el cielo para que al recordar a Manto, la encontremos a ella, detrás del ocultamiento del tiempo y los errores. Después de casi dos siglos, la única traducción existente al español de la biografía que escribió Ginouvier continúa siendo la de Juana Manso.

Una copia de “Mavrogenia” se encuentra en la Biblioteca de la Universidad Nacional de La Plata. Con la ayuda de varios mansistas platenses (Mónica Ocaña, Norma Mangiaterra, Mario Carnabali, Patricia Lischinsky, Federico García y María Marta Isla), accedimos al ejemplar y descubrimos que había sido impreso en Montevideo en 1836. La copia está incompleta y le faltaba una pieza clave: la traducción de la carta de Manto a las jóvenes parisinas a quienes instaba a tener un rol activo en la guerra por la libertad.

Acá empieza otro cuento: la segunda parte de la historia. La Biblioteca Pública de Boston publicó un catálogo de libros en español y portugués en 1892. La lista incluía el siguiente título en español: “Mavrogenia ó la heroína de Grecia”, 1836 de Ginouvier. Mal catalogada, la traducción de Juana se hizo presente detrás del nombre de otro. El paso inevitable fue escribir a la biblioteca.

La respuesta llegó de Jessy Wheeler del departamento de investigación de la Boston Public Library. Al digitalizar el catálogo en 1970, algunos ejemplares muy antiguos o poco solicitados quedaron excluidos en la actualización de listas. En la otra América, queremos creer que Mary Mann, Elizabeth Peabody y Margaret Fuller, sus amigas del cielo, conspiraron para que finalmente “Mavrogenia” llegue a nosotros en su versión completa 186 años después y a tan solo días del 203º aniversario del nacimiento de Juana. El ejemplar de Boston tiene en una de las hojas, cálculos matemáticos que alguien hizo a mano. Quizás, creyó que el libro no tendría valor. Hay una sorpresa más. No pertenece a la misma edición que la de Montevideo y fue impreso en Buenos Aires el mismo año que el que conserva la Biblioteca de la Universidad de La Plata.

La carta que nuestra Juana dedicaba en ambas ediciones a Doña Pascuala Beláustegui de Arana, consejera de la Sociedad de Beneficencia de Buenos Aires, era un ruego que tiene eco en el siglo XXI. Juana le rogaba que hiciera una excepción y admitiera a “su indulgente Mavrogenia”. Nuestro pedido es parecido. En tiempos de reivindicaciones y revisiones cuando hay mujeres en los billetes, la política y el trabajo, les rogamos que acepten a nuestra indulgente preferida. Juana Manso sigue alzando la voz para que la volvamos a leer y a descubrir porque todavía tiene mucho por decir.

 

Agradecemos a Karina Belleti y Barry Velleman que nos han facilitado la obra. LEER AQUÍ

 

 

 

 

 

 

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