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EL Editor. Juana Manso. Anales, agosto de 1872

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Al comenzar el undécimo volúmen de los Anales de la Educacion Comun, desde su aparición en Noviembre de 1858, recordamos  que han transcurrido siete años desde que nos encontramos al frente de esta segunda serie, sin que la bruma helada que nos rodea en esta Provincia, se haya encarecido al calor de nuestra fé, ni despojádose á la brisa que viene arreciando desde los últimos confines de la República.

Es cosa orijinal el desprecio con que el diarismo militante trata este humilde obrero de la educación! En vano mes á mes vamos á golpear la puerta de los poderosos órganos de la opinión, enviándoles nuestra publicación; raras veces hemos visto acusarse recibo de ella; lo jeneral es que no se mencionen los Anales, cuando los Los Boletines del dia i Hechos locales, traen cosas mucho menos interesantes!

Por lo que respecta á nuestra individualidad este proceder no nos hiere, pero creemos que él revela indiferencia hacia la educación pública i que sufre con ello el interés jeneral. I mui principalmente el interés del diarismo cuya circulación será siempre limitada, mientras no se universalice la instrucción.

El crecimiento de lectores en estos doce años lo acusa la múltiple cantidad de diarios que han surjido en ellos, revelando cuanto mayores serian las proporciones de la prensa, si la difusión de la enseñanza en esta Provincia, hubiese seguido la proporcion ascendiente que demostraban las cifras en 1860. Los propios intereses pues de la prensa deberían impulsarla cuando menos á constatar la existencia de los Anales, porque ellos son la gota de agua que cayendo sin interrupción acabará por horadar la piedra.

El movimiento de la educación es universal, es latente i no ha mucho que un viajero ilustre exclamaba en una aldea de Indios en Méjico « ¡El mundo se mueve pues que hasta AQUÍ llegan sus movimientos! »

La Memoria del  Sr. Ministro del Culto, Justicia é Instrucción Pública de la que extractamos la parte sustancial en el núm. 11 de los Anales, dice que «la República ha contado por primera vez sus escuelas, i estas son 1,407.»

El último censo escolar que nos llega del Perú, atribuye á aquella República, 4,424 escuelas, con 9,503 maestros i 256,353 alumnos de todas las clases. Este resultado, comparado á otro censo anterior (que no conocemos), presenta el maravilloso aumento en un solo semestre de 444 escuelas, 855 maestros, i 16,407 alumnos!

En Méjico, bajo la presidencia del Jeneral Juárez, los claustros vacíos de sus  primitivos moradores, vienen convirtiéndose en escuelas graduadas superiores para varones i para mujeres; así como vienen dedicándose los bienes raíces del clero para propósitos escolares i bajo la direccion municipal.

Colombia, sigue también su marcha progresiva en este sentido, aunque infelizmente no conozcamos sus censos escolares que tan útiles serian para establecer una base jeneral del esfuerzo común y colectivo de todas estas repúblicas neo-latinas pugnando por romper las trabas que su ignorancia les impone. Esa comparación de la obra de cada república en su propia educación, creemos que seria un poderoso estimulo no de datos mentidos, sinó de esfuerzos reales i verdaderos para la redención completa del pecado colonial que tan duramente han pagado estos pobres pueblos.

La prensa diaria pues, es el heraldo, el clarín destinado á llevar de un extremo á otro del Continente Sud-Americano el Sur- sum Corda de la gran revolución social que estamos llamados á operar en nuestras sociedades, so pena de quedar refractarios al gran movimiento que invade la China, las costas del Asia i el Japon.  La circulación de los Anales es harto limitada para producir sin ayuda de la prensa diaria, esa revolución pacífica de las ideas; son tan raros los espíritus estudiosos, tan corto el número de lectores de materias de esta clase, que apenas si podríamos esperar que la existencia de los Anales, fuese constatada en su aparición mensual.

En siete años, hemos publicado diez volúmenes, en los que hemos ido recojiendo aquellos documentos mas interesantes al fomento de la educación, asi como todas las doctrinas tendientes á formar convicciones claras i serias sobre este objeto.

Siempre hemos creído que la obra de la educación es lenta, i que necesita el concurso de todas las fuerzas sociales, pero hoi creemos algo mas; i es que en nuestra América, la obra es mas difícil i requiere mayor suma de esfuerzos, porque tiene que luchar con obstáculos casi insuperables. Con convicciones arraigadas, con un espíritu formado para ciertas convicciones solamente i con la indole especial de una raza.

El problema á despejar, es si la educación podrá operar el cambio radical; si todos los implementos de la moderna civilizacion podrán despertar las adormecidas enerjias del espíritu latino para salvarlo de sí mismo, i adaptarlo al espíritu de nuestro siglo i el de los siglos que ya se bosquejan en el porvenir.

Estas causas lejanas de inercia, cuyos efectos persistentes son hoy todavía las rémoras de la educación de estos pueblos neo-latinos, las hemos encontrado tan explícitamente demarcadas en un discurso del H. William Seward, en su reciente viaje por Méjico, un 1869 – que no podemos resistir á la tentación de reproducirlo en castellano, como estudio digno de los hombres pensadores.

Ningún médico puede abrigar la pretencion de curar una enfermedad del cuerpo humano, sin trazar antes el diagnóstico de ella, y compararla á la patogenecía de los remedios que ha de aplicarle.

Démonos pues nosotros cuenta á nosotros mismos, de las causas que nos alejan del gran movimiento industrial del siglo; i de la parálisis que nos entorpece i nos impide asociarnos á las ideas modernas por la acción i las convicciones.

He aquí el discurso de Mr. Seward.

“Es un hecho averiguado i del que todos estamos compenetrados, que la ocupación i colonización del continente sud de la América, anticipado por el período de mas de un siglo, á la colonización de la parte Norte, tocó en lote á las Naciones Latinas de Europa, que implantaron en él sus principios de fé implícita i de confianza en las ideas é instituciones civiles i eclesiásticas que prevalecían en aquella época por toda la Europa; esto es, la fé, las ideas i  las instituciones del siglo décimoquinto ó medieval — mientras  que la ocupación de la parte norte del Continente cupo á las razas Germana i Eslavónica, movidas por una doble reforma  política i eclesiástica. El resultado ha sido que desde principios del siglo diez i nueve, dos sistemas antagonistas, bajo diversos respectos, han surjido frente á frente uno de otro; el uno extendiéndose á lo largo de las costas del Atlántico, desde las riberas del Mississippi por las inclementes regiones del norte el otro hacia el sud i oeste de este continente. Las ideas del Norte han continuado vigorizándose cada vez mas, llegando al zenit de las instituciones republicanas, que reconocen por base la soberanía  del pueblo, i que garanten en su mas lata perfección, la libertad civil i relijiosa. Las naciones del Continente Sud han aceptado las mismas amplias i nobles ideas, pero su perfecto establecimiento en un sistema de gobierno republicano ha encontrado la resistencia de un poderoso conservatismo largo tiempo adorado, i la resistencia animada i sostenida por la intervención de la influencia europea. Las naciones del Sud, por la lealtad con que se han adherido al sistema republicano á pesar de los muchos y serios obstáculos que las retienen, han dado abundantes pruebas que ellas desean cooperar con las naciones del Norte, en cuanto sus leyes é instituciones se lo permitan fundadas en la justicia i la equidad. Lo que resta, por hacer i es necesario, es el establecimiento completo de una entera tolerancia entre los Estados del Norte i las Repúblicas de la América Española, i la creación de una mútua policía, i alianza moral, para el objeto de impedir ó prevenir todas las agresiones externas, i que la paz interna, la lei, el órden i el progreso sean estables en todo el continente”…

¿I ahora decimos nosotros, cómo, por cuáles medios, podrán estos pueblos arrancar aquellas semillas del Medieval derramadas por la conquista?

¿A qué policía intercontinental se refiere Mr. Seward, capaz de radicar la paz, el órden i el progreso, en estos países dominados por hábitos de adoración secular, i tan habituados á la violencia de las guerras civiles ?

La guerra ha sido alimentada por la ignorancia i la despoblacion; necesitase pues de paz para llamar la población á estos feraces climas, i necesitase de educación para que el soberano llamado á gobernar sepa lo que hace, lo que quiere, i á donde vá.

Conviene que el movimiento no sea de rotación fija, sino en línea recta, adelante, para alcanzar el progreso que es el norte de las instituciones republicanas, por la habilitación de la humanidad para su propia felicidad con su ayuda propia, i propio esfuerzo.

Es necesario buscar las influencias que han pervertido la raza para cauterizarla como á la úlcera gangrenosa, i emprender de frente la reforma política i relijiosa cuyo resultado está escrito en imperecederos caractéres en la historia del pueblo de los Estados Unidos.

El estudio comparado de la historia de los dos pueblos lo consideramos uno de los mas útiles para la elaboración de ideas nuevas en la juventud; porque á la verdad que los jóvenes con ideas añejas no son los obreros mas á propósito para labrar la estátua del porvenir. La sociedad en este caso, es una reproducción no interrumpida del pasado, i el progreso se torna mera ilusión de óptica. Alcánzase á vestir el ropaje de la civilización, pero esta no es mas que una apariencia engañadora que oculta la petrificacion inalterable.

l esta observación es tanto mas cierta, cuanto vemos á menudo morir personas pudientes sin dejar un solo real para la educación. Siempre los hospitales, las limosnas, las misas, etc. etc. La direccion del espíritu en el norte, es el polo opuesto; en vida, los capitalistas fundan Academias, Universidades, escuelas, librerías, cátedras libres, etc.  Los resultados por consiguiente, tienen que ser diametralmente opuestos. Aquí, el estancamiento, la pobreza,  el fanatismo sin cesar alimentado; allá el progreso, i la actividad  industrial, la libertad relijiosa.

Allá, por esos medios el afianzamiento de las instituciones republicanas, aquí la vacilación, el desequilibrio social mas completo. I cuando decimos aquí, no nos referimos precisamente á Buenos Aires, sinó á las naciones neo-latinas, porque todas presentan el mismo cuadro de atraso, í de aspiraciones leales pero improficuas  para alcanzar el ideal de su felicidad.

Es necesario pues, perseverar en la tarea de la educación como la sola ancla de salvación para escapar al naufrajio de la barbarie en épocas de progreso irresistible.

JUANA MANSO. ANALES DE LA EDUCACIÓN COMÚN VOL. XI .AGOSTO DE 1872

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