En el número 3 de El Evangelista hicimos algunas observaciones sobre la manera en que aquel príncipe de la Iglesia Romana, el célebre cardenal Antonelli, terminó su carrera terrenal, y bien triste era la impresion que nos causó aquel acontecimiento significativo. Ahora nos toca referir la manera en que otro persona célebre, de creencias muy distintas, peleó y triunfó en la última pelea.
No es necesario decir quien fué Da. Juana Manso .
Su pluma la ha hecho conocida doquiera que se habla su idioma.
Como literata y como educacionista, fue la señora mas notable que ha producido hasta el dia de hoy la América del Sud.
Las simpatias que gozaba de parte de los amigos de la verdad y el progreso no fueron limitados á su patria. Al contrario, se estendian á todas partes, haciéndose el objeto de demostraciones de aprecio tambien en el extranjero
Aquí en Montevideo, despues de su fallecimiento, se formó el propósito de hacer honores á su memoria en la Iglesia Matriz. El Sr. Montero, quien se hallaba á la sazon al frente de la Instruccion Pública, patrocinaba la idea. Pero el proyecto no pudo realizarse á causa de la intransigencia del cura, quien rehusó los servicios de la iglesia en obsequio de una persona que habia muerto confiando simplemente en el Evangelio de Jesu- Cristo .
La influencia del Sr. Montero y otras consideraciones poderosas , habrian valido con el cura á no ser que en vísperas de concluirse los arreglos, fué publicado en un diario de esta ciudad que Da. Juana Manso habia pertenecido á la Iglesia Evangélica en Buenos Aires, cuya publicacion fué el hecho fatal, el pecado imperdonable – porque la Iglesia de Roma tratára con escarnio en vez de honor la memoria de tan ilustre señora.
Sin embargo, el público culto de este, como de otros paises, ha sabido dar pruebas distinguidas de aprecio por su carácter y honor á su memoria.
En materia de religion, Da. Juana Manso fué una humilde discípula de Jesus.
Su fé no descansaba en opiniones de hombres, sino en la Palabra de Dios. Por esta razon fué una amiga decidida de la causa bíblica y trabajaba con empeño para la introduccion del Nuevo Testamento como libro de lectura en las escuelas.
Habiendo visto en otros paises el benéfico resultado que el uso del Nuevo Testamento en las escuelas produce sobre la moral de un pueblo,y habiendo ella misma hallado en este libro una fuente perenne de gozo y consuelo, no es de ninguna manera extraño que ella anhelaba ponerlo en las manos de la juventud de su patria.
Da. Juana tenia un especial cariño para la Escuela Dominical.
Su ojo perspicaz podia discernir en esta institución sin pretensiones, una nueva y grande esperanza para el porvenir, en cuanto á la moral, la base de toda verdadera prosperidad.
Transcribimos algunas palabras de ella misma sobre este punto de una obrita titulada «Las Escuelas Dominicales de la Comunidad Americana», que fué publicada en Buenos Aires en 1870:
“Como el Evangelio está prohibido por los Doctores de la Ley, sucede que la palabra de Jesús es ignorada por aquellos mismos que se llaman cristianos. Es esa la razón que he aducido para la no realización de la Escuela Dominical entre nosotros, donde la instrucción religiosa está circunscrita a decorar el catecismo de Astete u otro cualquiera, y luego una cosa que se llama también instrucción religiosa.
“Finalmente la Escuela Dominical como educación práctica del sentimiento cristiano, es necesaria para el progreso moral de las sociedades y su consiguiente civilización y cultura.”
Aquel en quien Da . Juana Manso habia confiado en salud no la abandonó en el lecho de la muerte.
Antes de fallecer dió admirable testimonio al poder de la Bíblia para sustentar y consolar aun en medio de los más terribles dolores del cuerpo , y para dar paz verdadera en la perspectiva inmediata de la muerte.
Cuando no hubo más esperanza del restablecimiento de su salud, alguien, sin duda con muy buena intencion, dió aviso al cura párroco que ella estaba por morir. Sin pérdida de tiempo éste vino ofreciéndose para administrar el viático. Da. Juana Manso le mandó decir que gozaba de paz con Dios y que no hallaba necesarios los servicios que le ofrecia.
Cuando una comision de señoras fué para persuadirla á admitir los ritos de la Iglesia Romana, asegurándole que estos le darian alivio en los sufrimientos que padecia, y que en caso de no admitirlos no podia ser sepultada en terreno consagrado. Al oir todo esto, puso su mano sobre la Bíblia que siempre tenia á su lado y dijo : que habia tomado sus principios religiosos de aquel libro; que tenia una paz indecible en su corazon, de tal manera que aun daba alabanzas á Dios por sus sufrimientos; que habia hecho ya su testamento; y que fuera de su cuarto no tenia una sola cuita.
Tomamos las siguientes líneas de un periódico que se dió á luz poco tiempo despues de su fallecimiento:
«Siendo visitada el Domingo antes de su muerte, por el superintendente de la Escuela Dominical y otro hermano de la Iglesia á que pertenecia, la hallaban esperando la muerte con serenidad de espiritu verdaderamente admirable. Su Biblia, regalo de la Escuela Dominical, estaba a su lado. Dijo que su hija habia estado leyéndola .
“Cuando le preguntamos si aun hallaba consolación en la Biblia, les contestó: “Si! Si! Dios ha sido muy bueno conmigo. En la noche me despierto a alabarle.” Después de esto dio cada día nuevas expresiones de su fé en el Salvador, hasta el momento de su muerte.
Cuán importante es tener una religion que no nos faltará en la hora cuando más la precisamos! Habrá quien no quiera decir: «Muera mi alma de la muerte de los rectos y mi postrimería sea como la suya” ?
A.M.M.
EL EVANGELISTA. Periódico Semanal. Órgano de la Verdad Evangélica en el Río de la Plata. Redactor: Tomás V. Wood. Tomo I. Núm. 9. Octubre 27 de 1877. Montevideo. Ortografía original.