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Departamento de Escuelas/Juana Manso.1873

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El Dr. Malaver ha renunciado al puesto de Jefe de Departamento de Escuelas y el Gobierno de la Provincia al aceptar su renuncia ha nombrado para sustituirle interinamente al Sr. Inspector Zinny. -Ignoramos los motivos por qué aceptó aquel puesto el Dr. Malaver, y mucho menos el por qué lo ha renunciado. Son de esas estrategias administrativas que escapan a la más asidua observación, bien por la profundidad de la combinación, bien porque su solo origen es la irreflexión y la falta de propósitos consistentes.

El Dr. Malaver dejaba el ministerio después de probar con hechos; bien su ninguna simpatía por la causa de la educación: bien su completa ignorancia de los resortes administrativos aplicables para su desarrollo,

Aceptó después el puesto de Jefe del Departamento de Escuelas sin propósitos formados y cuando ya aquella oficina se hallaba nulificada en su acción, y reducida su misión a menos que cero, por la desmoralización de su entredicho con la municipalidad que pudo evitar el gabinete Castro, si no se hubiese tenido en vista habilitar un nuevo Departamento de Escuelas para el finado Dr. Peña ( Q. E. P. D.) y esta es la verdad inmutable de la historia.

El Dr. Malaver iba convirtiendo el Departamento de Escuelas, en una especie de Juzgado Correccional, y el Consejo de Instrucción en un facsímile del Santo Oficio. Tribunal inapelable como el fallo del juicio final, y actuando por sí y ante sí como más tarde lo revelará la simple lectura de sus actas. 

Con el Dr. Malaver vino la parsimonia de los útiles, él consideró el Departamento como una especie de boliche de mercaderías al menudeo y se abstuvo de contraer deudas.  Esto que sin duda es muy loable tratándose de los individuos en administración es sumamente perjudicial porque pasa la parsimonia por sobre las necesidades públicas; y eso venía sucediendo en las escuelas, donde escaseaban los artículos más necesarios para la enseñanza.

Pero la obra colosal de la ignorancia del Dr. Malaver ha sido sustituir los claros movimientos mensuales base de la estadística escolar por una planilla la más estúpida y descabellada que ha podido concebir la mente extraviada de su autor.

Debemos confesar que ignoramos a quién pertenece esa elucubración, pero su adopción ha sido tan inoportuna como informal. No se ha consultado el Consejo que para decir la verdad no tiene voto en la materia (pero en fin por política siempre era más agradable que asistir a un proceso); no se han consultado los Inspectores, y mucho menos los maestros de escuela rebajados hoy a la categoría más inferior.

Destruida la base del movimiento mensual, la estadística queda destruida por su base; y si dura el Dr. Malaver en la oficina de Escuelas hasta dónde habríamos llegado nadie puede decirlo: así es que el mayor bien que ha hecho ha sido renunciar un puesto que nunca debió ocupar por la misma tranquilidad de su conciencia, y porque habrá otras materias en que sea muy competente y en que pueda prestar servicios a su país.

El interinato actual, lo consideramos una especie de interregno. ¿Quién irá allí?

¿Quedará el Sr. Zinny?

¿Tendremos la repetición de Scilla y Caribdis?

¡Pobre esqueleto de Departamento de Escuelas, casi era mejor que no existiese!

Entre tanto haremos una observación que consideramos muy oportuna.

El presidente nato del Consejo de Instrucción Pública es el Jefe del Departamento de Escuelas; tal lo creó el propio Dr. Malaver.

Sin embargo, como parece que las reglamentaciones dadas por el Ejecutivo, pertenecen a las materias dúctiles, flexibles, en el caso actual, el Jefe del Departamento de Escuelas, no puede ser el presidente del Consejo, en atención a las personas que lo componen (con ligeras excepciones).

Si fuésemos a traducir estas hábiles combinaciones administrativas en lenguaje vulgar, diríamos que el puesto de Jefe de Departamento de Escuelas, ha bajado algunos grados en el termómetro de la estimación administrativa, y que para Jefe de semejantes escuelas basta cualquier Mr. Jeronte; pero en cuanto al Consejo de Instrucción compuesto en su casi totalidad de Doctores de la Ley, ese es otro cantar.

No obstante, como en las enfermedades del cuerpo humano hay crisis, esperemos que este pequeño incidente de un jefe comodín, bueno para una cosa, pero indigno para otra, será una crisis momentánea que una vez terminada restablecerá la armonía de los poderes, sin perjuicio de prolongarse indefinidamente.

Este asunto de la Educación Pública ha pasado, no ya el refrán de las mulas de la Begoya, ni el pleito de Otero, sino al fiambre más indigesto de cuantos se embozan en las cajas de lata de los comestibles que vienen en descomposición de ultramar.

Si a la Legislatura de esta Provincia le importase algo la educación del pueblo, apurado se encontraría el actual gabinete al tener que dar cuenta de su estado; pero es este un terreno resbaladizo para el cual se inventó desde in illo tempora un puente de corcho compuesto de cierta fraseología hueca y altisonante que se parece al oropel como dos gotas de agua.

“El P.E. tiene el placer de comunicar a V.H. que el estado de la educación primaria en esta Provincia ha continuado progresando de cualquier modo como el Chanchito Mejicano- Antes educábamos 17,492 niños en toda la provincia, ahora educamos quien sabe a cuántos pero son muchos más y etc. etc.”

Y la Legislatura oye, y no pregunta nada, ni le importa.

Pero el porvenir es nuestro dicen muchos -Si, cual sea ese porvenir es lo que nadie puede decir.

Anales de la Educación Común, Vol. XII, Marzo de 1873. Núm. 8

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