CARTA DE JUANA MANSO A MARY MANN, 16 DE FEBRERO DE 1869

Buenos Aires, 16 de Febrero 1869.

Mi querida señora Mann.

He recibido su preciosa carta fecha 21 de Octubre de 1868, con el atraso de tres meses; pero su última, fecha 9 de Diciembre, me esplica la detencion de la que me ocupo de contestar, insertándola en los Anales, por cuanto ella corrobora mis doctrinas sobre el gradualismo de la instruccion.

Trataré primero de mi traduccion de las obras de Mr. Horacio Mann.
Está terminada la primera parte; las Lecturas están al fin vertidas al castellano; ahora falta que de ellas se haga una edicion esmerada, y que las lean. No es la paciencia la que me falta, para llevar á cabo obra de tan trascendental importancia; ni el gusto para gastar horas y horas, deleitándome en la meditacion de los sublimes pensamientos de Mann, saboreando las augustas verdades que destilan de su noble alma, y recogiendo en mi corazon, la enseñanza de su sabiduria; no es la paciencia para el trabajo, ni el gusto para apreciar las bellezas de tan casta literatura lo que me falta; por el contrario, cuando sentada en mí pequeño escritorio traduzco á Mr. Mann con su retrato frente á mí, no creo que ha muerto, sino que converso con él, que sus ojos me miran y sus labios se mueven; no necesito pues de paciencia, y vice versa la conversacion con ese espiritu luminoso, es mas que un gusto para mí, es un consuelo, porque la intimidad con las almas puras lo es, y el alma de Horacio Mann ha quedado en este mundo con sus obras. Temprano es todavia para que el mundo lo aprecie en su justo valor;
para mí es no solo un sabio sino un Apóstol del verdadero espíritu del cristianismo. Las Lecturas, he conseguido verlas impresas al fin, no sé si les cabrá igual suerte á los Informes, pronto debo comenzar su traduccion aun cuando en algunos de ellos como en el que trata de la enseñanza de la lectura, por ser solo aplicado al idioma Inglés, séa preciso hacer transposiciones, es decir, aplicar las reglas generales á casos particulares.
Creo como vd. que la traduccion integra de las obras de Mr. Mann al castellano son no solo un Código Educacionista, sino el mas sólido monumento del idioma español y el mas sano alimento intelectual que pudiera darse á los jóvenes que cursan la instruccion superior.

Aprovechando su generosa aceptacion de corregir la traduccion, enviaré á vd. algunos ejemplares encuadernados, para que como vd. me lo indica le séa mas fácil la correccion, y desde yá me felicito por el realce que eso dará á mi trabajo del que estoy orgullosa; algunas personas que conocen el inglés, ó para mejor decir algunos Ingleses, me han felicitado; yo creo haber dado un nuevo impulso al castellano purgándolo de sus charros acatamientos de
fraseología, é identificándolo al pensamiento vigoroso que campéa por lo general en la literatura inglesa.

Dice vd. que me espera en Estados Unidos. No por el momento, querida Señora y bien á pesar mio, que deseo bastante hacer una visita á ese país.
Cuan feliz habria sido en recibir las lecciones de Mrs. Kriuges y escuchar las lecturas de su hermana Elizabeh!
Mas, no pensemos mas en ello!
Cree vd. que yo puedo ser útil á mi país? Tal véz!
Pero se renueva en mí la tragedia de Prometeo.

Si la mujer en esta parte de la América no estuviese condenada á la vida vegetativa. Si el haber nacido muger no inhabilitase para ejercer cargos públicos aun secundarios en la educaccion, yo tambien creo que hubiera podido con mi actividad: y mi sana intencion de obrar bien, ser útil á mi pais y dar á las nobles facultades que he recibido del Creador, aquel empleo propio para el cual fuí dotada por el Altísimo. Pero las preocupaciones ó quién sabe que fatalidad se atraviesan en mi camino.

Mi palabra es oida, mi laboriosidad está reconocida; pero no hay espacio en la esfera de la accion, y la tumba se abrirá en breves años para recibir la anciana inútil que gastó su vida en ilustrar su espiritu, en la mejora interna de si misma, suspirando de balde por que le permitiesen ejercer su salutar influencia sobre generaciones que yacen pudriéndose en el lodazal de aquellas terribles propensiones de que nos habla Mann, tan profundo anatomista
de la naturaleza moral del hombre.

Lei una vez que en Kansas habian nombrado á una mujer Superintendente de Escuelas porque los hombres que habia no conocian la materia. A mí se me consulta, es verdad, pero á la vez se me deja en la inaccion y se entregan las escuelas á hombres que no solo ignoran lo que son escuelas, sino que son indiferentes á la causa de la educacion Pero qué quiere V., son hombres, y yo soy mujer.

Verdad es tambien que tenemos una sociedad de Beneficencia de Señoras, fundada por Rivadavia hacen 40 años. Estas damas tienen á su cargo los hospitales de mujeres y las escuelas gratuitas de niñas pobres, y figuran en corporacion, manejan dineros é inspeccionan sus escuelas; son damas de la alta sociedad á las que es imposible hacerlas comprender que la caridad no es la ciencia, que enseñar es un arte y que no basta ser esposa ó madre de
gobernador ó de ministro para saber lo que no se aprendió.

Existe pues como escepcion el cargo público para las mujeres, pero no existe para mí que no soy Socia de la Beneficencia, sino educacionista de profesion. Dirá V. que todo esto que le escribo no es racional, y no lo es
en verdad; pero la razon humana ha hecho poco camino en el mundo todavia: qué quiere V. !

Leeré siempre con placer todo lo concerniente al grande objeto de la instruccion en los Kindergarten, aun cuando esté condenada á la inmovilidad. Acaso dirá V., porque no abro una escuela particular?
En el estado actual de la Educacion aquí, una buena escuela es una gota de rocio en un oceano, podria hacer mi interés particular pero no querria decir nada para el bien general.

Antes de terminar esta carta, le hablaré de su apreciable, última, fcha 9 Diciembre del ppo. año. Recibi con ella el retrato de su hermana y los números del Heraldo de la salud, una galeria Americana de retratos y un artículo cortado de un diario sobre el sufrajio de las mujeres en cuanto á la Señora Lane, ayer recien recibi enviados por el Sr, Sarmiento la carta de V. y demas objetos de que ha sido portadora su recomendada y si aun está en Buenos Aires iré á verla tratando de indagar hoy mismo adonde para.

El retrato de Miss Peabody me es muy simpático: oh! qué noble frente, qué rostro tan suave, tan sereno y que inteligente. Es coincidencia, que tenga yo unas tarjetas en la misma posicion,— leyendo. ¿Cuando me enviará V. su retrato? deseo tanto conocerla!

Respecto á la jóven maestra que desea venir á Buenos Aires, si tiene capital con que establecerse y toma la escuela como negocio, creo que puede hacer mucho. Los colegios particulares de varones ganan mucho, aunque es ménos general que se envien las niñas á pension, conozco colejio que ha tenido de entrada mensual hasta cien mil pesos papel y me aseguran que su propietaria se retira con un millon y medio de nuestra moneda corriente. Una indagacion practicada por el Departamento de Escuelas en 1860 demostró que los particulares gastaban como cinco millones anuales en la educacion de sus hijos, y esto en malos colejios rutineros por lo general. Asi es que esa jóven que desea venir si cuenta con elementos puede hacer algo. Si pretende servir al Estado, seria menester que V, lo consultase con el Sr. Presidente; yo no tomaria sobre mí la responsabilidad del consejo.

Existen en esta ciudad 22 escuelas mixtas con el nombre de Infantiles; si yo hiciese un viaje á Estados Unidos y volviese para organizarlas, cuanto bien resultaria!… Creerá V. que con tal de hacer el bien, mas de una vez les he dicho á los que mandan, “diré como se hacen las cosas aunque mi nombre no aparezca.” La ignorancia me ha rechazado siempre! Qué podria importarme la efimera gloria del presente, si mi espiritu está ya lanzado en otra mas alta esfera? Aun cuando debamos el ejemplo á la posteridad yo renunciaria de buen grado á la
apariencia por el bien real que me dejasen hacer!… Acaso no creen como nosotros en el poder de la educacion!

En fin, voy á terminar suplicándole que me escriba siempre que pueda y sobre los Kindergarten. Su opinion sobre este asunto coincide con la mia. Preparacion de los niños antes del curso regular de instruccion. Disciplina de las facultades mentales por medio de juegos organizados, ejercicios por objetos visibles y comunes de la percepcion, la atencion la comparacion, etc.

Cuan cierto es que muchas veces la educacion de los animales y el cultivo de las plantas llama la atencion, mientras el cultivo de la humanidad parece inútil y no despierta ni simpatia mi curiosidad!
Con verdadera estimacion, su amiga.

Juana Manso.

ANALES DE LA EDUCACIÓN COMÚN. VOL.VII, 1870, pág.14