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Bibliotecas Populares en lengua castellana, Juana Manso, 1874.

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Una de las dificultades casi insuperables que se tocan al establecer las Bibliotecas Populares, es la composición de los libros que han de formarlas; de manera que ofrezcan al lector las oportunidades de ilustrarse, i no el mero pasatiempo que deja el espíritu sumido en la ignorancia, aun cuando lo distraiga de otros entretenimientos mas nocivos. Nuestra esperanza es levantar la inteligencia de las poblaciones Sud-Americanas, al nivel de los conocimientos del siglo en que vivimos i en verdad que no existe otro medio que el de una gran liga internacional de gobiernos del habla española para alentar los editores y traductores en la empresa de publicar libros útiles con que formar bibliotecas populares.

Ocúrresenos sin embargo una observación sugerida por la lectura de un escrito de Horacio Mann sobre el mismo tópico. Nos referimos á las bibliotecas escolares: ¿no deberán acaso los niños entrar en la participación de ese beneficio intelectual? ¿Habrémos de esperar á que hayan llegado á la virilidad, para entrar recien á formarles el gusto por la lectura, ó habremos de poner la novela escandalosa entre sus manos en la edad en que tan hondas cuanto decisivas son las impresiones de la mente?

¿Habremos de darles á leer libros sérios incomprensibles para ellos, i que le tornen odiosa la lectura? ¿O esos libros llamados de devoción, los mas insípidos i tontos que hayan jamás salido de las prensas?

Si en otros países los niños no tienen libros suficientes para formar una biblioteca escolar, ménos los hai en castellano, con escepcion de uno que otro traducidos de los mui conocidos de Florian i otros de fábulas, impresos en ruin papel i peor encuadernados.

Ocúrrensenos estos comentarios, al reproducir las instrucciones que el Sr. Presidente Sarmiento, ha escrito de su puño i letra para el Sr. Ministro Domínguez en misión especial al Perú.

La base de las bibliotecas populares son indudablemente las escuelas: pero escuelas en edificios propios i apropiados á su objeto; con un programa de estudios que dirija el espíritu hacia las ciencias de observación desde la edad mas temprana; con libros escritos exprofeso para trazar un curso racional i graduado en una série de pequeños volúmenes calculados para ayudar al alumno en ese campo de la investigación.

Esa série debería popularizarse en toda nuestra América; i en seguida los libros de preferencia, deben ser aquellos adecuados á las bibliotecas escolares. La ciencia puesta al alcance de los niños, i el público lector de nuestros paises, créasenos que también es niño, porque su comprensión no está educada i apenas podrá entender la nocion tal vez con menos facilidad que los mismos niños.

Muy conveniente seria para este objeto mantener comisionados en Estados-Unidos i Europa que estudiasen las condiciones de los libros, formasen catálogos é informasen sobre este punto en un volumen anual cuya lectura acompañada de ilustraciones seria ya un libro bien interesante de por si, aun para los mismos niños.

¡Cuántos progresos científicos, no pasan desapercibidos para toda la América del Sud falta de un centinela avanzada que los compile i los presente en total ante el lector de este continente ageno á todo lo que pasa en el mundo del pensamiento, i amurallado puede decirse dentro de su política de actualidad i el movimiento político del mundo!

Sin embargo que las instrucciones del Presidente Sarmiento parecen adversas tácitamente á ningún género de cooperación tanto á la industria tipográfica de estos paises, como al fomento de nuestra literatura, nosotros insistiremos en nuestra indicación, sobre la revista ó informe científico que dejamos indicado.

No podemos tampoco simpatizar con la idea de la no cooperación á las imprentas de los paises Sud-Americanos, eso equivaldría con el desprecio á nuestra literatura, á suicidarnos ante el mundo civilizado; i el propio autor de las instrucciones es un escritor Sud-Americano harto aventajado, para fallar la causa en contra de sí mismo.

Hai en el fondo de ese párrafo de las instrucciones, un espíritu prohibitivo, anti-nacionalista, que nos sorprende por parte de un hombre que despojado de su carácter oficial ha sido siempre el mas decidido campeón de la libertad, en la espresion abstracta de esa palabra.

Formulen enbuenhora los Gobiernos las condiciones de las obras que serán preferidas, pero ¿ qué papel representaría ante el mundo asesinando la industria i lo que seria mas monstruoso aun el pensamiento de sus propios gobernados, que por cierto, en poderes electivos como los nuestros es un tanto inconcebible, darles ni por un minuto la forma régia?

La lei fundamental del país, que declara la libertad de la industria está también en contra de ese espíritu de persecución disimulada que se produciria aceptando in totum el pensamiento del autor de las instrucciones.

No se acepten los libros mal impresos, convenido, eso seria un estímulo para imprimirlos bien. No se acepten producciones desabridas, eso enseñaria á sus autores á comenzar su carrrera literaria por las traducciones, pero no se escluyan del «compromiso de cooperación», ni nuestras propias imprentas, ni nuestros propios autores, para no presentarnos cuando mas no sea en la desnudez del salvage.

Siguen las instrucciones del Sr. Presidente Sarmiento á su Ministro Sr. Domínguez :

«Pero las Bibliotecas Populares Argentinas podrán en adelante proveer á sus lectores de los libros recientemente publicados sin influir en lo mas mínimo en el aumento del número de libros impresos anualmente en castellano. Ciento cincuenta ó dos cientos ejemplares colocados en ella no estimularán por cierto á la edicion, traducción ó compilación de muchos de mas alcance y cuya necesidad se hace sentir. ¡Cuán diferente seria el efecto si hubiesen tres mil bibliotecas que asegurasen para renovar su materia de lecturas, la colocación de tres mil ejemplares, y aun menos que fueran, de los libros que se publicasen. Con base tan sólida los libreros editores acometerían empresas de costo ó multiplicarían al infinito sus publicaciones.

«Los mas osados en Francia y los mas afamados son hoy sin duda los señores Hachette y Ca de París. Estos empresarios que tan bellas y costosas como variadas publicaciones han hecho en francés, con ocho millones de francos de capital en solo láminas ilustrativas, después de publicar en castellano de su propia cuenta diez y seis volúmenes de la popular colección de libros de lectura amena é instructiva, han ofrecido al Presidente de la Republica Argentina en carta que corre impresa en español, para cuyo idioma han organizado un departamento de su vasta cuanto famosa imprenta, traducir y publicar el libro ó libros que se les quiera indicar con la simple obligación de tomarle algunos ejemplares. El Gobierno Argentino puede sin esfuerzo tomar doscientos de unos libros, cien de otros mas costosos; pero esto no bastaría á autorizar al consejo de publicarlos, sin seguridad de pronta colocación para el resto de la edición.

«El señor Ministro acreditado cerca del Gobierno del Perú lleva, pues, el cargo especial de solicitar su cooperación á fin de que por la acción común de su Gobierno y la de los otros que se solicitará al efecto, se pueda contar de seguro con la colocación inmediata de un número tal de ejemplares de las ediciones de libros en castellano que hubieran de hacerse en cualquiera parte de Europa y los Estados-Unidos, según el interés que ofrezcan; que la trasmisión de los conocimientos sea fomentada, difundida y acelerada fomentando la publicación en castellano de los libros que mas atraen la atención del público en general de otras naciones.

«Los medios de alcanzar este resultado son sencillísimos. Los Congresos de las diversas Repúblicas del habla castellana serán impulsados por el Poder Ejecutivo á destinar anualmente una suma de dinero para la compra de libros de lectura general impresos en Europa ó en los Estados Unidos. Una ley creará las Bibliotecas Populares en cada población ó reunión de habitantes para la distribución de los libros bajo las reglas ó el sistema que hallaren mas conducentes al objeto. Si se obtuviere del Congreso Argentino por ejemplo la cantidad de cuarenta mil pesos por dos millones de habitantes, lo que según su sistema actual de Bibliotecas, haria el valor de ochenta mil pesos anuales destinados á la adquisición de libros, la America combinada toda en este propósito, podría proveer en término medio de trescientos mil á medio millón de pesos para la adquisición de libros y apenas puede calcularse cuál seria en diez años que pudiera durar este compromiso, el cambio favorable que se obraría en las ideas, la civilización y el progreso de estos nuestros paises por lo general tan atras del movimiento universal hoy en los pueblos civilizados.

«Como es natural que se suscitase duda en cuanto á la elección de los libros, y previsiones por lo que respecta á moralidad ú otras aprensiones, el señor Ministro debe tener presente las siguientes consideraciones:

«Como no es la España una de las naciones que dilatan y avanzan los conocimientos humanos, debemos humildemente reconocer que poco de general aceptación producirían nuestros propios autores americanos. Seria conveniente no tener en cuenta en el compromiso de cooperación las producciones literarias ó de otro género de nuestras propias imprentas por razones de conveniencia recíproca, y á fin de evitar que dejenere el esfuerzo en fomento de nuestra literatura, etc.

«La lectura que ha de proveerse, es de lo que existe, de lo que se suministrará el comercio de libros , guiado por sus propios instintos y solo estimulado por el mayor consumo. El concenso universal de la Europa ó del mundo intelectual, ha de ser de suyo la única regla que habrá de seguirse en la publicación de libros, como en su adquisición, bien entendido que aun estimulados los libreros editores serán por muchos años pocos los que se publiquen en proporción de las necesidades intelectuales de los pueblos. Si el Alemán produce anualmente ocho mil obras, y el castellano treinta ó cuarenta hoy, ¿cuántas producirán en mas con nuestro pobre estímulo?            

«Tratándose de libros, se presenta al espíritu la novela. Se hará la adquisición de novelas? Son las novelas el pasto ordinario de los que comienzan á aficionarse á leer.        

«Es vicio si lo fuera, de la humanidad entera, en nuestro siglo; y no hay medida conocida para prejuzgar de sus quilates morales. Un libro, cuando no es licencioso, aunque malicioso sea, pervierte mas la moral que la vida real, lo que se vé y oye en la calle aun en el seno de la familia. Las horas ocupadas en la lectura sustraen á millones de hombres y mujeres á la acción de sus propias pasiones puestos en juego, y por eso se echarían de ménos en la estadística muchos crímenes de los que hallándose ausentes, es decir, abstraídos leyendo, no tomaron durante un tiempo su parte en la acción colectiva de la vida. Los gobiernos por lo demas no son tutores de los individuos, ni médicos morales, para prescribir los alimentos para el alma ó prohibir los nocivos.

«El señor Ministro llamará la atención sobre este punto esencial porque el movimiento de difusión de libros que se inicia en América coincide maravillosamente con un cambio que se opera en las tendencias de la literatura popular en Europa. Las novelas de hoy mas acreditadas, las que devora el público, son las Maravillas en cincuenta y tantos volúmenes, las obras de Figuier, de Flammarion sobre la naturaleza, las de Guillemin sobre los cielos, las del padre Sechi sobre la constitución del Sol, los viages de descubrimiento de Livingston en Africa, las interesantísimas imposibles ficciones de Verne, que inician sin embargo al lector en todas las leyes y misterios de la naturaleza.

«La lectura popular de la Europa y de los Estados-Unidos, es hoy la que difunde los conocimientos astronómicos, y en estos últimos cuatro años se han publicado doce obras capitales por los primeros astrónomos á millares de ejemplares, alcazando algunos á cuatro y seis ediciones para satisfacer la curiosidad del público lector.

« Con estas ideas, que el señor Ministro tendrá presentes, y desenvolverá en caso necesario, coordinará si fuesen aceptadas los medios prácticos de llegar á una acción común los estados de la lengua castellana, contando con que si Chile, el Perú, la República Argentina, Bolivia, el Uruguay de esta parte se asociarán al movimiento, es seguro que Venezuela y Nueva Granada, respondieran gustosas por antecedentes que para esperarlo asi tiene el Gobierno Argentino, y que el resto de la América, sin excluir á Méjico, seguirá la impulsacion.

«Añadirá V. E. la consideración de que con este motivo y por medio tan simpático, á todos los gobiernos americanos habrá ocasión y necesidad de ponerse en contacto, y mantener relaciones prácticas, trasmitiéndose datos reciprocamente, dándose cuenta de sus adelantos, y acaso estimulándose los menos felices en la ejecución de la idea, con el espectáculo de mayores progresos en otros puntos de la América que tiene de común el origen, la religión, la lengua y las instituciones republicanas, y el deber ante sí y ante las demás naciones civilizadas de mostrar como la Independencia y la libertad porque lucharon juntas sus secciones con tanta gloria, eran requeridas para mejorar la condición moral é intelectual de los pueblos que la habitan.»

Anales de la Educación Común, Vol. XIII, Marzo de 1874, N°8

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