No es con injurias que se contestan ideas,
ni con calumnias que se propagan principios,
como no es tampoco con increpaciones
que se conquistan simpatías para la educación.
En el N°45 de los Anales de la Educación Común de marzo de 1867, Juana Manso publicó una carta que Sarmiento le había enviado desde Lima el 10 de abril de 1865 a poco de iniciado su viaje hacia los Estados Unidos como Embajador. La presenta como una “Reparación”, justificando la necesidad de volver a darla a conocer, luego de su publicación original en junio de 1865 en La Tribuna, como “documento importante de la historia de la educacion pública en esta provincia”, que “tiene siempre cabida por las luminosas verdades que contiene, viniendo a reforzar doctrinas que soy sola a sostener contra un enjambre de, educacionistas de novisima invension” (Anales 1867: 130). En esta célebre carta “documento”, Sarmiento inicia, precisamente, aludiendo a la lectura de un artículo de Juana en un diario sobre la Escuela de Flores, que ha despertado su admiración. Tal ha sido su sorpresa ante el contenido de ese texto y el brío de su autora ante los funcionarios en la defensa de los intereses de la educación que, sin salir del asombro, interroga “¿Cómo se ha atrevido usted a tanto?”
Esta pregunta sintetiza la perspectiva del entorno ante la presencia inquietante y arrolladora de Juana en la prensa debatiendo sobre educación. La “Escuela de Flores” es la respuesta a una acusación del Secretario de Instrucción Pública sobre su discurso en la Escuela de Artes y Oficios en el que ella sostenía que, “nuestros gobiernos no gastan todo el dinero que demanda la difusión de la enseñanza”. Esta réplica, aparecida en La Tribuna el 11 de febrero de 1865, es un análisis arrollador sobre el estado de la educación pública en 1865 respecto de época en la que él estaba a cargo del Departamento de escuelas, que hace de la estadística comparativa y la retórica aliadas poderosas e irrefutables. El estilo, el manejo de la información, la ironía y la exhibición de su autoridad en la materia fascinan al sanjuanino, reconociendo en la tenacidad de Juana, un espejo. Tal es así, que la carta se extiende en narraciones orientadas en la misma dirección que sus críticas, y termina en una de las arengas más potentes de su trayectoria epistolar, esa en la que, orgulloso de su amiga y gran aliada, la incita a que “Escriba, combata, resista…Ajite las olas de ese mar muerto, cuya superficie tiende á endurecerse con la costra de impurezas que se escapan de su fondo. La colonia española, la tradicion de Rosas, vacas, vacas, vacas. Hombres, pueblos nacion, república, porvenir. Todo esta en los bancos humildes de la escuela. Trabaje y el pueblo le ayudará” .
Vale la pena conocer el escrito de Juana que ha motivado tales palabras.
La Tribuna, 11 de febrero de 1865. Nº8820. LEER AQUÍ