Bajo este título aparecerá desde este año un volumen anual escrito por el Sr. D. Domingo F. Sarmiento, con el objeto solo de representar la América del Sud, en el movimiento educacionista de nuestro siglo.
Esfuerzo sublime del genio creador de un hombre, que el solo vale por todo un mundo, perezoso e ingrato, indiferente a las lecciones de la experiencia, apático para el bien y aturdiéndose a sí mismo con las estólidas exhortaciones de un pequeño progreso material que toma por el verdadero progreso intelectual. Mundo contento con una civilización imaginaria, que no mira su atraso real, sino para encubrirlo torpemente con declamaciones y mentiras.
Sarmiento cree poder regenerar su América con la constante comparación, el perpetuo contraste de un pueblo que se desarrolla y otro que degenera cada día más. Cree despertar el estímulo, cree poder hallar la fibra sensible de estos países que han perdido el corazón en sus eternas contiendas de partido.
Hemos tenido el placer de leer una carta del Sr. Sarmiento escrita por el último paquete al Sr. Ministro del Culto, Justicia e Instrucción Pública; el gigante está en pie y de nuevo sobre su pedestal de granito, LA FE DE SÍ MISMO: “Qué es la muerte de un niño, (dice él recordando a la de su hijo) comparada con la desgraciada cinco MILLONES de niños! Qué es la destrucción de una aldea (su provincia natal) comparada a la ruina inevitable de todo un continente?”
Piensa consagrar a la publicación de AMBAS AMÉRICAS lo que le resta de vida, dedicando ese trabajo a la memoria de su hijo y al recuerdo de su patria!
Logrará su intento? Responderán los gobiernos de la América del Sud, al llamamiento que va a hacerse a ellos para la difusión de libro tan importante.
Perderáse obra tan colosal en medio del egoísmo, de la tibieza, de la frialdad de nuestras sociedades?
No responderemos del éxito.
Hace tiempo que la reflexión ha disipado nuestras ilusiones; la elaboración de épocas menos aciagas viene tan lenta que ni rezagos de nuestro polvo encontrarán, para calentar los rayos del sol que alumbren aquel día, en los siglos venideros!’ No hay más remedio que resignarse.
Juana Manso (Anales de Educación Común. 1866)